En estos tiempos, de series con presupuestos millonarios y de historias espaciales míticas, es de agradecer que una superproducción tengan elementos suficientes como para llamar poderosamente la atención. Dune va camino de convertirse en una saga, quizás una de las mejores de la historia del cine de ciencia ficción espacial. Star Wars, Alien o Star Trek, cada una con sus características, han dejado su huella en este género.
Dune está en esa senda para entrar en ese Olimpo, no solo por estar dotada de impresionantes efectos especiales y tecnológicos, sino por narrar una odisea en del espacio, prometiendo ya en su subtítulo que solo es ‘el inicio de un viaje extraordinario’. Pero, como es de esperar, todo pasa por su resultado en taquilla.
De momento, Dune: Parte dos es un auténtico recital de lo mejor del cine actual. A la esperada acción y efectos hay que añadir un serie de mensajes, y más con la que está cayendo. Para empezar, esconde una seria advertencia sobre la emergencia climática, a la que le acompañan los peligros que entrañan el fundamentalismo político y religioso o el colonialismo de ‘otros mundos’. De hecho, cuando Frank Herbert escribió en los años 60 esta obra , estaba haciendo un retrato del siglo XX y que en realidad acabaría convirtiéndose en una predicción de lo que parece ocurrir en el siglo XXI.
El gran reto del cineasta canadiense Denis Villeneuve ha sido hacer comprensible la obra de Herbert al gran público. No tuvo tanto éxito David Lynch en 1984 cuando realizó su adaptación, especialmente en lo referente a trasladar el fondo de Dune a la empatía del espectador.
Dune: Parte Uno llegó a nuestras pantallas en septiembre de 2021. Se estrenó pendiente del éxito de aquella para que tuviera la respectiva y lógica continuación. Y Villeneuve no ha decepcionado a nadie, ha seguido fiel a la estética y el mensaje de la primera entrega. Esta segunda parte es nuevamente colosal, sumergiéndose otra vez más en la épica y la poesía para narrar una saga en la que veremos a Paul Atreides uniéndose a la tribu de los Fremen y comenzando un viaje espiritual y marcial para convertirse en mesías, mientras intenta evitar el horrible pero inevitable futuro que ha presenciado: una Guerra Santa en su nombre, que se extiende por todo el universo conocido.
Todo siempre en la lucha de la humanidad por el control de una materia preciada y escasa, la ‘especia’, mientras el joven Atreides trata de sobrevivir a una naturaleza hostil de desiertos inhóspitos, abrasados por el sol y por la escasez de agua. De ahí el mensaje ecologista.
Pero Villeneuve no se ha quedado sólo en ese mensaje conservacionista, ni en la extraordinaria estética y efectos especiales -como ya deslumbró en Blade Runner 2049 (2017), La llegada (2016) o Sicario (2015)- sino que ha creado un nuevo mito cinematográfico. Su Dune tiene arte, mucho arte, que le saca brillo gracias a su bestial reparto interestelar. Dune: Parte Dos es un espectáculo galáctico apoyado también en una perfecta lectura de lo que escaseó un poco en la primera entrega: mayor profundidad aún en los personajes. Pero, como toda saga y mito, Dune aún no ha muerto.
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Este largometraje es un esfuerzo por tratar de desvelar lo que todavía no se dijo o comprendió acerca de las proféticas apariciones de la Virgen de Guadalupe. La cámara captará las angustiosas peticiones de sus hijos y la maternal respuesta de la Virgen.