Cuenta la leyenda que un caballero desconocido, nombrado por el príncipe de Tarragona, fundó una villa medieval en las afueras de Reus. En su castillo acogió a los últimos habitantes de un pueblo de la Sierra de Rocabruna, cerca de Maspujols, que fue arrasado por la acción de un temporal. Ya no queda nada de Llaberia, la aldea de leyenda, pero sí de la localidad que formaron los supervivientes junto a Arnau de Palomar, a quien el noble Robert Bodet encargó la repoblación de estas tierras.
En la ruta de hoy descubrimos la fundación de Rivoulmorum gracias a un itinerario que puede hacerse a pie, corriendo o en bicicleta desde la capital del Baix Camp. ¿Cuál debe ser este enigmático pueblo? Encontramos la respuesta de la mano del historiador Eugeni Perea i Simón, quien narra la leyenda en el libro Recull de llegendes del Camp de Tarragona.
Instrucciones de la ruta
Estacionaremos en el polígono Agro-Reus, junto al estadio municipal de la localidad. Debemos alcanzar el Camí dels Molins Nous, el cual encontraremos en la glorieta que da acceso al polígono desde la T-11. Caminaremos por él hasta la riera de Maspujols. Si bien no es necesario cruzarla, podemos hacerlo para visitar Riudoms y emprender la vuelta por el Camí de les Planes del Roquís.
En este sendero podremos alargar el recorrido hasta Castellvell del Camp, haciendo que la distancia supere los 10 kilómetros. Así añadimos algunos puntos de interés, como la ermita de Santa Ana y su pequeño poblado ibérico.
Dificultad de la ruta
El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.
Esta ruta circular es de dureza física, fácil y recomendable para hacer en familia en cualquier estación del año. Además, uno de sus tramos forma parte de uno de los itinerarios saludables definidos por el Ayuntamiento de Reus. Carece de cualquier obstáculo técnico, ahora bien, en tanto que arranca en el polígono Agro-Reus, conviene prestar atención a los vehículos, sobre todo a la hora de cruzar y tomar por fin el camino.
La destrucción de Llaberia
Según la leyenda, en el siglo XII, cuando los sarracenos todavía dominaban las Muntanyes de Prades desde el inexpugnable castillo de Siurana, existió un pueblo llamado Llaberia. Nada tiene que ver esta aldea medieval con aquella del mismo nombre que se alza a 700 metros de altura en las tierras de Tivissa, allá donde se estrelló una avioneta: el Llaberia que nos ocupa se hallaba junto a Maspujols, a un lado de la riera de L’Aleixar y la Sierra de Rocabruna, formado por seis casas humildes construidas con madera y pieles disecadas. A sus habitantes se les tenía por un pueblo pacífico que, por su proximidad a los sarracenos del valiato, se había visto obligado a armarse por miedo a un eventual enfrentamiento.
Aquella mañana, el comportamiento de los animales vaticinaba la llegada de un temporal. Por un lado, los pájaros volaban más bajo de lo normal, con torpeza, en busca de refugio; por otro lado, los lobos parecían haberse reunido en la montaña juzgar por los aullidos. Estas y otras señales, unidas a un cielo ennegrecido, no pasaron inadvertidas por los vecinos de Llaberia: guardaron al ganado antes de hora y encendieron sus fuegos a fin de paliar aquella oscuridad.
De repente, las nubes empezaron a descargar con una fuerza sin parangón. Lo hizo sin descanso durante días desbordando las rieras, llevándose consigo el ganado y amenazando las humildes casas de la aldea. Aquella gota fría, cuyo origen atribuyeron a una maldición conjurada por las brujas, destruyó Llaberia mientras sus vecinos trataban de salvar la vida aferrándose a los árboles, ganando altura o subiendo a bordo de lo que podía hacer las veces de embarcación. Lo cierto es que solo un pequeño grupo pudo salvarse, aquel que llegó a las tierras sin nombre de un caballero que los acogió en su fortaleza.
La fundación de Rivoulmorum
Arnau de Palomar, el hospitalario hombre de armas de la leyenda, estaba construyendo un castillo en las tierras que el arzobispo Oleguer había donado al caballero normando Robert Bordet. En la carta de población del 25 de enero de 1151, el nombrado príncipe de Tarragona encargó a Palomar la empresa de repoblar el lugar y levantar una fortaleza.
La flamante localidad se llamaría Rivoulmorum o Rivo de Ulmis, lo que hoy conocemos como Riudoms. De esta manera, y a pesar de que documentos recientes lo ponen en entredicho, el caballero Arnau de Palomar fundó Riudoms el mismo año que los cristianos aislaron Siurana para acometer su conquista. Los últimos habitantes del ahora extinto Llaberia serían los primeros en habitar esta zona.