Encabezado por un inspiradísmo e hipermusculado Zac Efron, este drama familiar disecciona la definición de éxito de la América moderna a través de un padre que presiona a sus hijos para conseguir lo que él nunca pudo: un título de pesos pesados de la WWE (World Wrestling Entertainment).
El canadiense Sean Durkin presenta su tercera película tras Martha Marcy May Marlene (2011) y The Nest (2020), mientras ya está preparando otro biopic, el de Janis Joplin para 2025. En esta ocasión, Durkin comparte con sus anteriores filmes su fascinación por los aspectos más oscuros de la naturaleza humana, pero hay una ternura recién descubierta que hace que este aplastante drama resulte más conmovedor.
El clan de hierro es un recorrido deportivo basado en la vida de los inseparables hermanos Von Erich, una legendaria familia de luchadores profesionales que hicieron historia en la lucha libre a principios de los años 80. Kevin Von Erich (Zac Efron) y sus hermanos Kerry (Jeremy Allen White), David (Harris Dickinson) y Mike (Stanley Simons) viven a la sombra de su dominante padre, Fritz (Holt McCallany), que también es su entrenador. A través de la tragedia y el triunfo, los hermanos buscan la inmortalidad en el competitivo mundo de la lucha libre profesional.
El filme llega a emocionar y conmover por la rivalidad entre hermanos, la presión paterna, la masculinidad tóxica que desprenden sus personajes, entre los que sobresale un hiperfornido Zac Efron (Los vigilantes de la playa, El último showman, Malditos vecinos, Cuando te encuentre, El chico del periódico, Siempre a mi lado o High School Musical) en una interpretación fascinante. Ferviente seguidor de las ideas de su padre, Kevin debe lidiar con el progresivo desengaño hacia el que era su mito. Y es que el patriarca Fritz ha modelado a sus hijos de forma insana, basándose en el triunfo como único modo de vivir. Entre las escenas de lucha libre, con sus extravagantes personajes y rivalidades amañadas, los hermanos mantienen una estrecha relación fraternal basada en la lealtad y la confianza ciega en los otros.
Durante ese recorrido por las vivencias y tragedias de los Von Erich, Durkin se adentra en los peligros de la ambición y de la obsesión por perseguir un objetivo sin importar demasiado las consecuencias, especialmente cuando las aspiraciones egoístas de los padres ennegrecen el auténtico amor en el seno de la propia familia.
Un auténtico dramón, con peleas -dentro y fuera del ring- que se sustenta sobre la asombrosa carga actoral de Efron, White, Dickinson y Simons y en la que Holt McCallany muestra la fuerza interpretativa de un padre dominante, obsesivo y codicioso.
El clan de hierro muestra sus garras a golpes, los mismos que reciben de la vida sus protagonistas.
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