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De ruta por Tarragona: los confines de Tarragona

Llanuras rotas por barrancos y la imponente muralla de roca del Parc Natural dels Ports invitan a dar un paseo o hacer una excursión por la zona

10 abril 2024 16:51 | Actualizado a 11 abril 2024 17:00
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En el extremo suroeste de Tarragona, más allá del pueblo que enamoró al joven Pablo Picasso, se encuentra la frontera natural con la comarca del Matarraña y, acomodado sobre una colina, Arnes, la última población de la provincia.

Su término es un lugar de contrastes. Por un lado, está formado por llanuras rotas por barrancos; por otro lado, destaca la imponente muralla de roca del Parc Natural dels Ports, donde nace el río protagonista de la ruta de la semana, Els Estrets.

Surge de la Sierra de l’Espina y, a lo largo de su recorrido, antes de desembocar en l’Algars, crea un congosto de gran belleza que alberga una piscina natural que, según la Guía de Arnes de la Diputació de Tarragona, “es una mancha de cielo a los pies de descomunales bloques”. En el itinerario que nos ocupa, analizamos cómo visitar el lugar tanto si queremos dar un paseo como hacer una excursión.

Instrucciones de la ruta

Nos dirigimos a Horta de Sant Joan y, en lugar de entrar a la población, proseguimos por la T-333 en dirección a Arnes. A escasos metros tomamos la salida que surge a mano izquierda, antes de la gasolinera, y nos adentra en Els Ports.

Continuamos la marcha hasta el área de La Franqueta, el punto de inicio de la ruta. Podemos estacionar o bien en esta o bien en el aparcamiento Lliberós, lo que reducirá la dificultad técnica y hará que la distancia total de la ruta pase de 10,63 kilómetros a unos 4 kilómetros aproximadamente.

Cabe decir que la otra opción es estacionar en el parking de Els Estrets, al que llegaremos tomando un desvío posterior al mirador de Les Roques de Benet. Esta es la modalidad más asequible de la ruta, pues convierte el recorrido en un paseo de kilómetro único hasta la poza natural.

Entendiendo que emprendemos la ruta en La Franqueta, cruzamos el puente de madera que comunica con el sendero que debemos tomar. Como veremos, discurre paralelo a la pista forestal por la que habíamos circulado. Cuando alcancemos el kilómetro 1.6, podremos tomar la decisión de proseguir por la pista o mantenernos en la misma orilla del río. La única desventaja de esta opción es que tendremos que cruzar el agua más adelante, algo fácil si las precipitaciones no han sido abundantes.

La localidad de Arnes alberga tanto patrimonio natural como arquitectónico

En cualquier caso, nos habremos adentrado en Els Estrets. Llegar al Toll Blau es tan fácil como mantenernos en la senda. El camino de vuelta consiste en deshacer los pasos. Si antes hemos cruzado el río, ahora podríamos no hacerlo y volver caminando por la pista.

Dificultad de la ruta

Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.

Desde el punto de vista de la dificultad, esta ruta es de dureza moderada por sus 10,63 kilómetros de distancia y 196 metros desnivel positivo o subida, aunque bien podría ser fácil si tomamos una de las variantes presentadas. Fuere como fuere, el desnivel positivo es anecdótico.

En lo que respecta a la complejidad técnica, el mayor reto lo constituye cruzar el río, algo que será tan difícil como abundante hayan sido las precipitaciones. De preocuparnos la complicación, es tan fácil como cambiar de orilla en el kilómetro 1.6, con lo que a su vez evitamos caminar por un canal con caída expuesta al barranco.

Un paseo por Arnes

Arnes alberga tanto patrimonio natural como arquitectónico. Su plaza de la villa, a la que accedemos a través de sus portales medievales, custodia dos de sus joyas más preciadas.

Por un lado, el ayuntamiento renacentista, una obra de Joan Vilabona que pareciera una suerte de palacio florentino, por otro lado, la iglesia parroquial dedicada a Santa María Magdalena, un edificio de inspiración barroca cuya construcción se apoyó sobre las ruinas de un templo gótico anterior. En la misma plaza puede disfrutarse del balcón de la Barana, uno de los miradores de la villa que ofrece una visión panorámica del Parc Natural dels Ports.

Lejos de su casco antiguo, a menos de un kilómetro del núcleo de población, nos espera la ermita de Santa Madrona, en cuyas inmediaciones está el Toll de la Palanca, o el povet de la neu, una construcción semisubterránea y aislada térmicamente con el objetivo de mantener la nieve a lo largo del año.

La visita no debería concluir sin visitar el Centre d’interpretació de la Mel. De esta manera descubriremos cómo Arnes podría haber encontrado su origen en una vieja explotación agrícola de la miel.

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