Amarillo, ocre y rojizo son los tonos que viste uno de los municipios más bellos de las Muntanyes de Prades. Acomodado sobre una colina, Capafonts reúne a decenas de familias que encuentran en sus encantos naturales motivos suficientes para salvar las curvas que separan este valle de la planicie del Baix Camp.
Aparte de la Font de la Llódriga, cuyo nombre se debe a los tiempos en los que era habitada por las nutrias, existe una cueva por la que desciende una cola de caballo, por lo menos cuando las precipitaciones se encargan de cumplir su parte del trato. En la ruta de esta semana, exploramos la Cova de les Gralles, una sorprendente cavidad cuyo camino nos descubrirá un bosque que hará las delicias de los más pequeños. ¿Acaso saldrá al paso una de las nutrias?
Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables.
El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.
Desde el punto de vista de la dificultad física, esta ruta es de dureza moderada. El tramo más demandante es la pendiente pronunciada del Morral de la Devesa. Saldrá a nuestro paso cuando hayamos calentado, después de descubrir la Font de la Llúdriga. En lo que respecta a la complejidad técnica, la huella es menos evidente a medida que nos aproximamos a la Cova de les Gralles. Se trata de remontar el barranco hasta la cueva, pero en ningún caso cruzaremos a la otra orilla. En esta primera visita podemos guiarnos o bien con una aplicación o bien con un mapa del lugar.
Instrucciones de la ruta
Antaño podía aparcarse a escasos metros del sendero, sin embargo, hoy debe hacerse en el descampado próximo a la Oficina de Turismo de Capafonts. Tras estacionar iremos en busca del punto de inicio, en el extremo opuesto de la localidad, entre el kilómetro 22 y el 21 de la carretera T-7041. Tras caminar por la pista forestal asfaltada cruzaremos la cadena y tomaremos el sendero que surge a mano izquierda, el mismo que nos descubrirá un dique, así como las piscinas naturales de Les Tosques, de camino a la Font de la Llúdriga.
Desde el punto de vista de la dificultad física, esta ruta es de dureza moderada
La belleza de este lugar, considerado el nacimiento del río Brugent, dependerá de las precipitaciones. Quizá lo encontremos algo desangelado debido a la sequía, pero mantendrá uno de sus rasgos singulares: la luz penetra en él con dificultad a causa de la vegetación. Deshacemos nuestros pasos hasta que observemos una pista forestal ancha que vuelve al pueblo. A mano izquierda advertiremos una senda. Haciendo uso de los palos y de nuestra paciencia, salvaremos esta pendiente pronunciada propia del Morral de la Devesa. Desde el punto más alto podremos observar el final del barranco, allá donde está la Cova de les Gralles, y cómo se extiende. Después de llanear escasos minutos, emprendemos un leve descenso hasta el lecho del valle. El tramo final consiste en remontar hasta la cavidad. En lo que se refiere a la vuelta, cabe la posibilidad de deshacer el camino que ya conocemos o tomar el atajo del Morral de la Devesa, que nos llevará a la cadena del principio.
Una sierra de otro planeta
A quienes el itinerario les sepa a poco podrán coronar el Picorandan, la cumbre que hace las veces de centinela de Capafonts. Desde este promontorio de roca se tiene una vista privilegiada de la posición de la localidad, del valle que la rodea y de un paraje peculiar, Els Motllats.
Se trata de una sierra de 6 kilómetros de largo y 3 de ancho cuyos rasgos característicos son la sequedad, la escasa vegetación y sus múltiples cuevas, simas o barrancos, formaciones aprovechadas durante las Guerras carlistas.
Este mirador excepcional, cuyo punto más alto está a 1.050 metros de altura, se reparte entre los municipios de La Mussara, dependiente de Vilaplana, Capafonts y Mont-ral. Si agudizamos la vista, descubriremos que este remanso de paz fue explotado.
Por otro lado, allá por los años 70, un empresario creyó que construir una urbanización de segunda residencia sería una buena idea de negocio. Sin embargo, después de retirar la vegetación, abrir las calles y edificar un puñado de casas, conoció el fracaso. La empresa falló por el pobre acceso a la urbanización, la falta de agua y las inclemencias meteorológicas que azotan la sierra.
En este sentido, el fenómeno por excelencia domina la sierra tanto al amanecer como al atardecer, sin importar que sea invierno o verano: es la niebla, cuyo origen está en las masas de aire húmedo que chocan con las bajas temperaturas de la montaña. Así las cosas, las casas persisten como una simple muestra de la ambición humana.