«Estoy feliz por seguir vivo», asegura Marky Ramone (Nueva York, 1952). El veterano batería es el único miembro del núcleo duro de los Ramones que sigue en pie. Sus antiguos compañeros, los mismos con los que ingresó en el Rock and Roll Hall of Fame en 2002, están muertos. «No me considero una leyenda de la música, sino simplemente un tipo con suerte de Brooklyn», dice.
Pero su figura da para un libro: en 2015 publicó la autobiografía Punk Rock Blitzkrieg: Mi vida en los Ramones, en la que describe con todo lujo de detalles una trayectoria profesional y personal llena de éxitos, altibajos y muchos excesos en la retaguardia de uno de los grupos más influyentes del punk y el rock de la historia. Sex Pistols, The Clash, Metallica, Pearl Jam o Green Day, por citar solo algunos ejemplos, les deben muchísimo.
Marky no es uno de los cuatro miembros de la formación original, pero sí el batería que estuvo más tiempo y grabó más discos con Ramones. Estuvo en dos etapas: de 1978 a 1982, cuando salió por problemas con el alcohol, y de 1987 hasta su disolución en 1996. A sus 71 años –cumplirá 72 en julio–, es un icono por mucho que él no lo quiera reconocer.
Este jueves (20.30 horas) vuelve a la Sala Zero de Tarragona, donde ya arrasó el año pasado, acompañado de la banda que da sentido a su nuevo proyecto: el cantante vasco Pela, tan escuálido como Joey Ramone, y un guitarrista y un bajista argentinos. Están recorriendo España con una gira exprés de 26 conciertos en 35 días. Casi sin descanso desde el pasado 6 de abril. Hoy hace parada en Castellón. El repertorio se basa en «nuestras canciones favoritas de los Ramones», explica.
Marky, criado en el seno de una familia trabajadora, tuvo una revelación con 11 años: «Cuando vi por primera vez a The Beatles en la televisión me influenció mucho y decidí ser baterista». The Kinks, The Who, la Motown y The Dave Clark 5 son otros de sus referentes.
Pasó por los grupos Dust, Wayne County And The Electric Chairs, Estus y The Voidoids antes de enrolarse en los Ramones –en sustitución de Tommy Ramone–. «Nos divertíamos mucho haciendo feliz a la gente», afirma. No eran unos virtuosos, pero cambiaron el curso del rock con sus canciones simples, cortas y aceleradas. «Nuestra música le habló a la gente y creo que ofreció la esperanza de que si nosotros podíamos hacerlo, ellos también podrían», concluye.
en 35 días ofrecerá
26 actuaciones