Carlos Motta (Bogotá, 1978) invita a participar, con sus creaciones, en la descolonización del saber y a cuestionar miradas normativas sobre la sexualidad, la religión, la violencia colonial o la política. Su propuesta, Plegarias de resistencia, se inauguró ayer en el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA). Es la primera antología que le dedica una institución europea y que se puede visitar hasta el 26 de octubre. En paralelo, este verano el MACBA acogerá La internacional Queer/Cuir, un programa público con el VIH y con el sida como hilo conductor de debates, conferencias y performances artísticas.
Residente en Nueva York desde hace años, el artista comenzó su carrera en los noventa y actualmente es un referente internacional de las artes visuales. El trabajo sólo se entiende desde la mirada comprometida de Motta con los movimientos sociales y políticos, concretamente con la política de la identidad de género y la sexualidad y, sobre todo, con una voluntad tozuda de dar voz a las expresiones disidentes ante los discursos normativos dominantes. Este punto impregna la totalidad de su obra, que pivota sobre dos ejes que dialogan y multiplican las implicaciones del ser disidente: la interseccionalidad y lo queer.
Plegarias de resistencia es una oportunidad única para conocer en profundidad el trabajo de Motta y algunas de las piezas que lo han convertido en un referente tanto artístico como del activismo político. La exposición del MACBA gira sobre cuatro ejes. En Queerizar/Cuirizar los relatos coloniales, Motta se sumerge en la historia colonial y en la instrumentalización del cristianismo como herramienta ideológica que oprime a las disidencias sexuales y de género. Varias piezas de la Trilogía Nefandus (2013-2014) –ensayos fílmicos, fotografías y objetos– exploran la imposición de epistemologías exclusivistas en los cuerpos prehispánicos por parte de la conquista española y portuguesa. Motta reescribe mediante acciones performativas relatos homoeróticos que fueron erradicados, prohibidos o relegados al olvido.
En Cuerpos desviados el artista investiga cómo la noción de diferencia en el marco de las comunidades LGTBQIA2S+ se promulga y concibe como un proceso político de transformación social, tras décadas de disidencia sexual y luchas por la liberación. Por ello, la obra de Motta incluye diversos relatos, iconografías, testimonios y símbolos de los movimientos queer/cuir desde la década de los sesenta hasta la actualidad.
En el tercer ámbito, Actos de fe. El amor como resistencia, aborda el papel de las instituciones legales, religiosas y médicas a lo largo del periodo colonial. En obras como Corpo Fechado. El trabajo del diablo (2018) narra la historia de un esclavo a quien la Inquisición de Lisboa culpó de sodomía y brujería. Motta reflexiona sobre cómo estas instituciones y sus categorizaciones moldearon el pensamiento contemporáneo sobre la sexualidad y los cuerpos y sobre cómo siguen determinando qué se considera aceptable o intolerable.
Finalmente, en el ámbito Mundos transliminares abarca algunas de sus obras más tempranas en las que se aventura en universos de autodeterminación más allá de lo humano.