La increíble Cristina Rivera Garza

Dos libros de una escritora imprescindible

01 agosto 2021 23:05 | Actualizado a 02 agosto 2021 06:30
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Los que hace años que tenemos la suerte de conocer y conversar, cada tanto, con Cristina Rivera Garza, CRG, nos quedamos sorprendidos con este nuevo libro. Como explica en El invencible verano de Liliana (Literatura Random House), hasta hace bien poco CRG respondía con evasivas o directamente evitaba mencionar la existencia de una hermana. Trataba de esquivar la conversación posterior que surgiría al enterarnos que su bella y noble y talentosa hermana había sido cobardemente asesinada en la Ciudad de México en 1990. 

Dice CRG que intentó escribir este libro antes, pero que fracasó por varios motivos. Uno de ellos sería haber tratado de aproximarse desde la ficción, ella que tan mal se ha llevado con la ficción, que tanto la ha criticado. Otro era la falta de un lenguaje preciso para expresar el horror de esta pertinaz violencia contra las mujeres que en México alcanza cotas desmesuradas y vergonzosas. Si pensamos que hace diez años aún no existía la palabra feminicidio, qué decir de hace treinta, cuando sucedieron los hechos aquí relatados. 

Soy de los que piensan que el tema nunca será una razón suficiente para leer un libro y si El invencible verano de Liliana conmueve no es sólo por contar cómo se produjo un crimen horrible sino por su estructura, su ritmo, sus registros poéticos, en definitiva, por la belleza del lenguaje que despliega su autora. Porque aquí se trata de denunciar la impunidad y la tara de una sociedad enferma, sí, pero también, y sobre todo, de explicar que con la muerte de Liliana el mundo se quedó un poco más oscuro, se volvió un poco más triste y aburrido. 

Por sus textos, bellamente transcritos en una tipografía creada ex profeso por un amigo y novio de la propia Liliana, y por los testimonios de sus amigas, conocemos a un ser único cuyos rasgos físicos y gestos desaparecieron para siempre con su muerte. CRG sabe que la letra, especialmente a la letra manuscrita, “es como un pasadizo inédito hacia el alma. De su trazo, de la fuerza con que se presiona la punta del lápiz o el bolígrafo sobre la página
de su orden o desorden, coligen aspectos ocultos de la personalidad del escriba, deseos inexpresables, obsesiones internas”. 

CRG sabe, como historiadora de formación, de la importancia de los archivos en la creación contemporánea. Lo peculiar de este archivo que la propia Liliana organizó es su amateurismo, su inocencia, su lucidez. Es un archivo que atesoras detalles y pequeñeces de la vida cotidiana que CRG sabe expandir y regar por todo el libro, en un trabajo de montaje notable. El texto se despliega por el territorio de Ciudad de México, esta megalópolis inabarcable que sabe dejarse amar por sus moradores. Quizás porque “es fácil amar una ciudad donde todo pasa al mismo tiempo. Donde todo tiempo es tiempo real”. Dice CRG que, en el libro, Azcapotzalco, una delegación de la Ciudad de México industrial, fea y ruidosa es un personaje y lo es porque “no quería construir una historia ensimismada”. 

Coincide en las librerías españolas la llegada de esta joya con la reedición de Los muertos indóciles (Consonni editorial), un ensayo que recoge una de las cajas de herramientas con las que CRG trabaja. Publicado originalmente en el 2012, en su momento, se leyó como una continuación del debate que libros como Escritura no creativa, de Kenneth Goldsmith, o Hambre de realidad, de Dave Eggers, habían puesto sobre la mesa. CRG cree que la pregunta relevante que se le debe hacer un escritor es “¿Cómo fue escrito este texto?, ¿cómo funciona? ¿cómo no funciona? En narrativa, aún es común creer que el texto es el resultado de una inspiración divina o sobrehumana, cuyo único trabajo es contar una historia de acuerdo con un pacto realista del relato. ¿Qué es lo que decimos de la escritura, se pregunta CRG, en cambio, cuando preguntamos “cómo fue escrito esto”? 

Decimos que un texto no se configura con base en inspiraciones varias o intentos de reproducir esta o aquella noción de lo que es la realidad, sino que se hace de las decisiones que toma un autor con respecto al lenguaje. Los muertos indóciles es, no cabe duda, un libro exigente, pero no tan denso para alejar a lectores que huyen de la teoría. Quien desea escribir literatura encontrará páginas de interés, al igual que quienes piensen escribir una crónica o exabruptos en redes sociales o una carta para sus compañeros de trabajo. Cualquier persona que escriba, que tenga una relación activa con el medio escrito puede encontrar aquí algo. ”Algún tema de conversación, alguna compañía al menos, para ese deseo, para esa vocación”. 

Finalmente, el libro reflexiona sobre esa deriva autobiográfica que sobrevuela la literatura contemporánea. “Una autobiografía, un recuento de uno mismo, tendría por fuerza que enunciarse en una forma narrativa que diera testimonio de tal modo relacional de la vulnerabilidad humana. Una autobiografía, en este sentido, tendría que ser sobre todo el testimonio de un desconocimiento. Una autobiografía, en este sentido, tendría que ser siempre una biografía del otro tal como aparece, en modo enigmático, en mí. Y eso y no otra cosa sería una autobiografía desposeída sobre el dominio de lo propio. Tres títulos para consideración: Autobiografía de Alice B. Toklas de Gertrude Stein; Autobiografía de mi madre, de Jamaica Kinckaid; Autobiografía de Rojo, de Anne Carson. Las autobiografías de supermercado –esos recuentos lineales que detectan de forma evolutiva la formación de un yo excepcional y aisladodefinitivamente escapan a esta noción de escritura a la vez íntima y ajena de ese extraño que se aproxima.”

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