Plenitud y madurez. La recompensa a toda una carrera dedicada a la ilustración, el arte y la cultura. En este contexto, el artista Ignasi Blanch (Roquetes, 1964) presenta la exposición Big Parade. Processó d’Hivern, en el Tinglado 2 del Moll de Costa del Port de Tarragona. Se puede visitar hasta el 16 de febrero. «En este momento de mi carrera, la muestra es todo un regalo», asegura Blanch.
Por la exposición, desfilan un sinfín de personajes que dan vida y llenan de color el universo pictórico del ebrense. «Mi universo personal se inspira tanto en las lecturas de mi infancia como en los recuerdos que conservo de Berlín; se trata de un mundo onírico y fantástico, y que nunca había mostrado con tanta transparencia y sinceridad».
Como un libro en blanco, Ignasi Blanch escribe un nuevo capítulo de su vida artística y personal. «Un artista debe ser valiente; me estoy reencontrando con el Ignasi de Berlín, con el joven que vivió la caída del Muro; lo que me da fuerza y ganas para emprender proyectos nuevos».
«Berlín invertía en cultura. Cuando eres joven y tienes un circuito en el que mostrar tu trabajo, te sientes cerca de convertirte en artista»
A modo de introducción, en la muestra se exhiben obras inéditas del artista plástico.
En cambio, el nudo creativo es un mural de gran formato (30 metros por 2,40 metros de alto), por el que desfilan personajes y seres imaginarios. «Con la ayuda de estudiantes de la Escola d’Art i Disseny de Tarragona y de la Escola de la Dona de Barcelona hemos creado el mural a mano alzada», explica Ignasi Blanch.
Por ello, el ilustrador se define a sí mismo como «un artista muy físico; me gusta tocar la materia y trabajar con el cuerpo y las manos; cuando pinto un mural, dibujo en directo; me gusta la sensación de crear y controlar el espacio de una manera visceral, directa e inmediata».
«Tuve la suerte de tener una familia que me apoyó. Dibujaba todo el día y mis padres me facilitaron que pudiera dedicarme al arte»
En la última sala, en concepto de final circular el ilustrador vuelve a sus orígenes, «a cómo la etapa en Berlín marcó mi trayectoria». Dice que «los años en la ciudad alemana fueron muy importantes».
Una experiencia que contribuyó a dar un giro a su carrera. «Fue una época que marcó a mucha gente y lo sigue haciendo; Berlín era una ciudad que invertía tiempo y recursos en cultura, en movimientos alternativos... Por ello, cuando eres joven y tienes ante ti un circuito en el que puedes mostrar tu trabajo, te sientes más cerca de convertirte en artista».
Ignasi Blanch fue el único representante español en el proyecto internacional East Side Gallery sobre el Muro de Berlín. «Presenté la imagen Parlo d’Amor, una litografía de una colección que estaba diseñando; me eligieron sin esperármelo. Lo que debía ser un proyecto efímero, sorprendentemente, ha durado más de tres décadas».
En este tiempo, el artista ebrense ha mantenido intacta la ilusión por el mundo del arte y la cultura. Una pasión que se remonta a su infancia. «El libro que marcó un cambio en mi estilo y en la manera de enfocar la ilustración fue Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll», rememora Blanch. Por ello, cuando viaja busca ediciones ilustradas por diferentes artistas. Como una joya conserva una versión ilustrada por Lola Anglada: «Me encanta la mirada inteligente y sensible que proyecta a través de los elementos propios de la cultura mediterránea», afirma el ilustrador de Roquetes.
Ahora, Ignasi Blanch está a punto de hacer realidad otro de sus sueños: inaugurar la Casa-Museu ‘Berlín’ en su ciudad natal. Es en Roquetes donde nació y creció su espíritu artístico: «Tuve la suerte de tener una familia que me apoyó. Dibujaba todo el día y mis padres me facilitaron que pudiera dedicarme al mundo del arte. También me ayudó la escultora y profesora de dibujo Cinta Sabaté».
Visto todo lo que ha conseguido, a su yo de la infancia Ignasi Blanch le diría: «Has logrado mucho más de lo que soñabas». A base de esfuerzo, los sueños se hacen realidad.