Basado en hechos reales, Os matarán en nombre de Dios (Roca Editorial), de Fernando San Agustín, se adentra en los orígenes del cristianismo a través de un coronel jubilado de los ‘servicios paralelos’, aquellos de los que cualquier Estado niega su existencia. Junto a un obispo copto, un catedrático musulmán y un sociólogo israelí, el coronel tratará de localizar a las Familias de los Ojos Cerrados, quienes durante 2000 años han mantenido bajo secreto el relato original de Jesucristo. Sus pesquisas darán unos resultados que nada tienen que ver con el dogma cristiano. A saber, Jesús no nació en Belén ni murió en la cruz; Judas no lo traicionó ni los milagros fueron tales. Fernando San Agustín es miembro jubilado del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID).
¿Qué hay de realidad en esta historia?
En todas las novelas hay algo de realidad y algo inventado. Aquí explico situaciones bastante reales, algunas vividas y otras no. Se podría decir que la trama es casi real.
Inicia la novela con los ‘servicios paralelos’. ¿Se le puede llamar terrorismo de Estado?
Son acciones del Estado que el Estado no da permiso para desarrollarlas, no autoriza a que se lleven a cabo, pero al mismo tiempo necesita quitarse el ‘grano’ de en medio. Llega un momento, como se cuenta en el libro, que no se puede convencer a la otra parte ni se puede prevenir un hecho determinado. Entonces, se opta por una operación quirúrgica. Pero ningún gobierno autoriza a que esto ocurra, por lo que lo negarán una y otra vez.
Están fuera de la ley. Si un hecho no se conoce, no se puede juzgar.
Siempre existe el recurso de saber por qué unas determinadas personas murieron. Bien por un accidente de tráfico, bien por una lucha de bandas rivales o porque los yihadistas asaltaron un edificio. Siempre hay que dejar que alguien cargue con las culpas. Pero los ‘servicios paralelos’ cumplen misiones, que al Estado le gustaría que se cumplieran pero sin asumir esa responsabilidad. En estos momentos, cuando hablamos del Estado nos referimos a la Unión Europea. Ahora, por ejemplo, hay quien piensa que sería buena idea que los ‘servicios paralelos’ hubieran podido quitar de en medio a Putin.
¿Usted qué cree?
A lo mejor hubiera sido suficiente otra medida, pero ahora ya no se llega.
En ‘Os matarán en nombre de Dios’ habla de los ‘servicios paralelos’ en relación con las religiones.
Las religiones tienen servicios de acción no reconocidos, aunque no así la católica. Sin embargo, hay unos fieles que se llaman Defensores de la fe, Los nuevos inquisidores, Guerrilleros de Cristo Rey... Son grupos que defienden la pureza de la religión. El Vaticano no sabe nada de ellos y además, hace declaraciones contra cualquier acción violenta que puedan cometer. No obstante, sí que es verdad que en el fondo, parece ser que les pueden llegar a favorecer. Pasa lo mismo con el Islam, con determinados grupos yihadistas, que están defendiendo su religión y, por otra parte, los grandes imanes rechazan la acción yihadista.
Una de cal y otra de arena...
Hay que aprender a que una de las cosas más importantes en la sociedad en que vivimos es la total hipocresía del mundo económico, político y social, donde lo más importante es defender sus intereses. Lo que más le interesa a un gobierno es tener un cierto enemigo porque es lo que justifica determinadas acciones. Si no lo tienen se lo inventan y si lo tienen, lo fomentan. Pero, el tener un enemigo justifica muchas cosas, ya se llame Rusia, Marruecos...
El ISIS...
Da igual. Lo importante es tener un enemigo con el que justificar las acciones y los gastos. Por ejemplo, el Vaticano, como organización, es la más antigua del mundo. Lleva 2.000 años actuando igual, defendiendo su fe y sus intereses. En el camino, quedarán todos aquellos que han ido muriendo y todos los que ha matado. Es decir, la Inquisición es un servicio paralelo de la Iglesia.
La Inquisición era muy visible.
Sí. Pero con el tiempo han aprendido. Todo el mundo ha aprendido a callar.
¿Matar en nombre de Dios otorga impunidad?
No. Pero es la excusa. La mayoría de las guerras se hacen en nombre de Dios, por lo que parece que las Cruzadas estén justificadas. Matar en nombre de Dios parece como si se justificara ante las demás naciones y ante la propia sociedad. Y todo el mundo usa su nombre. En nombre de Dios o en nombre de la raza, del país, etc. El nombre de Dios es una excusa perfecta para la violencia.
Presenta un Jesús que al principio no es nada espiritual...
Creo que Jesús era un hombre culto, viajado, un judío fiel que tras sus viajes intentó reformar la religión judía. Hay que tener en cuenta que el judaísmo no se ha actualizado en 3.000 años. Digo que la institución del Vaticano es la más antigua porque los judíos, después del perder el Templo de Jerusalén, ya no han actuado como una estructura, han sido judíos dispersos, determinados lobbies actúan como un grupo de presión, pero no lo hacen como Iglesia, no como conjunto de creyentes. Pero Jesús, un día, soltó una frase revolucionaria, aquella de ‘Amaos los unos a los otros’.
¿Por qué revolucionaria?
En aquellos tiempos, nadie pensaba en amar a los demás. A los enemigos se les mataba y a los amigos se les respetaba, pero no se les amaba, no se les quería. Y la mujer procreaba, pero no se le tenía por qué querer. Entonces, lo que dice Jesús es revolucionario, el mayo del 68 no es nada comparado con este mensaje, que valida toda su acción, lo cual le aporta cantidad de enemigos porque él acababa con todo el orden constitucional de entonces. Fue un hombre que sentaba las bases de la sociedad nueva en la que había que respetar a todo el mundo, desde los enemigos hasta los esclavos. Y en cuanto a la mujer, la veía como la mano creadora de Dios, por lo tanto, su segunda. Es la figura importante.
¿Y lo de Adán y la costilla?
Están mintiendo, como tantas veces. Dios creó a la mujer y le dijo al hombre que era un ayudante. Y sobre todo, no existen ni el diablo ni los milagros. Mi abuela me decía «no le pidas a Dios nada, él tiene otro trabajo. Ya te creó la familia, los amigos y la escuela. Pues busca en ello la solución».
Según ‘Os matarán en nombre de Dios’, Jesús tenía fe ciega en Judas. No era un traidor.
Claro. Eran dos amigos, negociantes, viajeros, que se entendían. Ambos querían reformar la religión judía. A ellos les salió del alma la frase revolucionaria que es la que justifica la religión cristiana. Pero Jesús no la pudo ni predicar, lo mataron porque era un peligro para el templo. Igual que Lutero, un peligro para el Vaticano. Todos los que predicaban la humildad y volver a la pobreza eran los enemigos de la Iglesia y los tenían que quemar. No obstante, la Inquisición en España ha sido la más suave de todas las que ha visto Europa.
¿En serio?
Sí porque por lo menos aquí tenían un juicio y se salvó mucha gente desde Fray Luis de León a escritores. En Francia, Alemania e Inglaterra no había juicio. Directamente los acusaban y los quemaban.
¿Se puede decir que el mensaje de Jesús ha fracasado?
Personalmente, diferencio entre la estructura de la Iglesia, que es la curia vaticana y la Iglesia verdadera, la cantidad de párrocos y religiosas que tienen comedores sociales, que viven entregados completamente a los demás. Esos sí que son cristianos. No sé si serán católicos, pero son cristianos y obedecen la orden. Pero hay una dicotomía entre las dos iglesias. No estoy contra la Iglesia de los que se esfuerzan en servir porque realmente lo que define el mensaje de Amaos los unos a los otros es la cantidad de sacerdotes y religiosas que entregan su vida al servicio de los demás, con mayor o menor acierto. Luego hay una estructura vaticana, de poder, que no sirve. Esa gente que trabajan como condenados y se entregan a los demás, esa es la Iglesia de Jesucristo. Por lo que no ha fracasado. Jesús y Judas no han fracasado. Ha fracasado la iglesia paulina.
Habla de Pablo como ‘el gran manipulador’.
Es el gran CEO, es el gran Consejero Delegado. Un hombre genial. Pero le faltó a su lado alguien que le dijera que era un hombre, como lo hacían con los emperadores romanos.
Teniendo en cuenta su profesión, ¿los espías se jubilan?
Sí. Se jubilan. Yo estoy jubilado.