Para romper un poco el hielo, te traslado una pregunta que tú misma efectúas en tu texto: ¿qué clase de cosa es una vaca con flequillo?
Una vaca con flequillo es una “Heidi cow” y son el premio de consolación: estuve en el lago, no vi el monstruo, pero aquí tienes una foto con una vaca con pelo.
¿Cómo participamos hoy de las ficciones?
Somos seres narrativos cada vez más complejos y el auge de las series está haciendo que vivamos entre la realidad y la ficción. El éxito de los ‘true crime’ va un poco en ese sentido: nos gustan porque se parecen mucho a nuestra vida.
En relación al monstruo del lago, en ningún momento se contempla la mentira.
Un niño cuando contempla la verdad lo hace de forma real: tengo miedo si hay un monstruo en el lago. Esto es algo sofisticado y tiene que ver con la necesidad que tenemos de que la verdad que conocemos no sea la única que exista. Como dijo Einstein, y está incluido en un libro de A. M. Homes, “Hay dos tipos de personas en el mundo: las que creen que todo es un milagro y las que creen que nada lo es”. Yo soy del primer grupo y todos deberíamos ser ese tipo de personas, por la cuenta que nos trae.
¿Cómo resulta trabajar con la idea de “monstruo”?
El monstruo es apasionante como figura literaria. Algo monstruoso es algo inacabado y como escritora siempre me ha dado muchas posibilidades. Cuando el ser humano no sabe lo que es algo solo quiere destruirlo y yo trabajo desde esa idea todo el tiempo.
¿La literatura tiene la capacidad de reescribir la versión oficial de las cosas?
La historia oficial ha estado limitada durante muchísimo tiempo, empezando por la historia oficial que el feminismo está destruyendo ahora mismo: había mujeres por todas partes; estábamos en cada rincón y la historia se empeñaba en escondernos.
¿Cómo resulta esto de “turistificar” la ficción? El ser humano va a convertirse en un turista de esa posible realidad. Aunque no queramos admitirlo, cada uno de nosotros mantenemos muy vivo el niño que fuimos. En este sentido, Estados Unidos me parece un país encantadoramente niño-grande.
¿Cómo operan los monstruos entre nosotros?
Tristemente, donde hay alguien ilusionado hay siempre otro alguien intentando acabar con esa ilusión, porque no puede poseerla. Los monstruos destruyen porque no pueden crear nada.
Cuando el asunto del lago toma cuerpo, la ficción corre entonces un grave peligro...
La idea de la realidad es una idea desplazada, como un animal asustadizo. A mí no me importa que la ficción deje de ser ficción si se la asume como realidad.
“De repente, el mundo quedó dividido entre aquellos que querían creer y los que simplemente iban a reírse de aquellos que querían creer”.
Todo esto está relacionado con la posibilidad de crear y de no crear. Cuando no puedes crear lo que haces es destruir.
¿Cómo se transforma la realidad en noticia?
La realidad se está fabricando todo el tiempo, como las noticias. La batalla es siempre por la historia, por el relato.
¿Crees que a veces las escritoras actuáis un poco como criptozoólogas de los relatos colectivos?
La realidad que tenemos es lo primero que se nos impone y es la que hemos construido de forma mediocre para dejar de tener miedo. Desde la novela hay que formatear esa realidad para cubrir esas cosas sin sentido que nos pasan cada día.
¿Cómo se relacionan las historias de antes con las de ahora?
El creador siempre tirará del folclore porque es en lo que crecimos creyendo como seres humanos, nuestro cerebro se formó así.
Título: Hay un monstruo en el lago: el mundo
como lugar fantástico
Autora: Laura Fernández.
Editorial: Endebate