El Consell Social de la URV entrega cada año los Premios a la Calidad Docente para reconocer e impulsar proyectos que contribuyan a mejorar la enseñanza. Este año los ganadores han resultado, en la modalidad individual, el profesor Josep Holgado García, coordinador del grado de Educación Primaria en el Campus Terres de l’Ebre y el equipo del Repte Experimenta. En esta oportunidad ha coincidido que los premiados no solo han conseguido un impacto en la formación de los universitarios, sino que sus proyectos han beneficiado a miles de estudiantes de primaria y secundaria.
Digitalización desde cero
Aquella expresión popular de ser cocinero antes que fraile le viene como anillo al dedo a Josep Holgado. Primero fue maestro de primaria y luego de secundaria antes de comenzar a dar clases como profesor agregado en la universidad, siempre en lo relacionado con la informática aplicada a la educación. Por el camino, además, también trabajó en la formación de adultos.
En 2009 estuvo al frente de los recién creados estudios de educación en el campus de Terres de l’Ebre. La premisa, desde entonces, ha sido que los futuros maestros estén contacto, a lo largo de toda su formación, con la tecnología. No se puede esperar a que salgan de la universidad, dice, para formarlos en las competencias digitales de las que tanto se habla.
Para muestra un botón: uno de los proyectos que el jurado ha considerado para el premio es el Laboratori d’Educació i Tecnologia. Al laboratorio acuden los alumnos desde el primer curso para experimentar con distintas herramientas informáticas, audiovisuales y dispositivos móviles, con el fin de conocer su funcionamiento y su utilidad didáctica. Cuando comenzó a hablarse de dotar las clases con pizarras digitales ellos ya habían contactado con los principales proveedores y las estaban probando desde hacía cuatro años.
Pero aquí no termina todo, los futuros maestros diseñan aquí sus actividades con los distintos dispositivos que después tienen la oportunidad de llevar y probar en clases reales gracias a la complicidad que han podido establecer en estos años con los Serveis Territorials d’Educació y con los centros educativos de la zona. «Para nosotros esto es un aprendizaje impagable», explica.
Por el camino todos ganan: los universitarios que aprenden haciendo (no solo de tecnología sino de lo que supone estar frente a una clase) los maestros que ya están en el aula, que también son bienvenidos en el laboratorio y que aprenden nuevas tecnologías y los escolares para quienes se han diseñado las experiencias.
Tecnología para reinventar el aula
Pero los universitarios no solo van a compartir su trabajo a las escuelas; las escuelas también van a la universidad, porque una de las joyas de la corona es el ‘Aula Idees’ que han creado dentro del proyecto ‘Reinvent the classroom’ (reinventar el aula).
En esta aula singular nada es como estamos acostumbrados; no hay pupitres, sino sofás, sillas con ruedas o artilugios para sentarse con el ordenador en cualquier sitio. Por no hablar de las gafas de realidad aumentada, las tablets o un panel interactivo donde los niños disfrutan de lo lindo.
Los universitarios incluso producen actividades a demanda de los centros escolares en función de los contenidos que estén trabajando. El curso pasado, el primero que se puso en marcha, pasaron por el aula 1.152 alumnos de 14 centros educativos.
Para poner el aula en marcha se han necesitado numerosas alianzas. La actividad forma parte del Projecte d’Especialització i Competitivitat Territorial breBioterritori, Operación LIEM , y se enmarca en los fondos europeos RIS3CAT y en el Programa operativo FEDER de Catalunya 2014-2020. Está cofinanciada por la Generalitat de Catalunya y la Diputació de Tarragona, además de contar con la colaboración del Ayuntamiento de Tortosa.
Pero la innovación no acaba cuando termina la universidad. Ex alumnos del campus Terres de l’Ebre también han emprendido y creado una empresa Sabana SL, también de base tecnológica, para que los estudiantes tengan una salida profesional al terminar sus estudios.
Eso sí, señala Holgado, que «las herramientas digitales son una apoyo, nunca una finalidad. Por tener más tecnología no tendrás alumnos más formados». Lo que sí valora, y mucho, es lo poderosas que son para motivar a los alumnos «para que tengan ganas de aprender». Reconoce que se trata de herramientas que requieren una inversión importante, pero eso no quita que se puedan crear actividades muy motivadoras como las que están haciendo sus alumnos con un simple altavoz inteligente Alexa.
Dos madres muy inquietas
Eva Pocurull es catedrática de Química Analítica en la facultad de Química de la URV y Bárbara Vastenavond es responsable de proyectos de investigación y divulgación científica del grupo Interfibio de la Escola Tècnica Superior d’Enginyeria Química, también de la URV, pero en realidad comenzaron a trabajar juntas por un motivo bien distinto: sus hijos coincidieron en la escuela y las dos compartían la misma inquietud; que había poca experimentación en las aulas.
Y así fue el génesis, en el curso 2018-2019 del Repte Experimenta. La idea era que los experimentos se pudieran hacer con materiales que hay en casa, sin grandes inversiones, y que los encargados de facilitar la experimentación fueran alumnos de la universidad.
Después de aquel proyecto piloto las dos se dieron cuenta que aquello «no podíamos quedárnoslo para nosotras». Desde el curso 20-21 el Repte se ha implantado en las enseñanzas de las facultades de Química y de Enología y en las de la ETSEQ. Los estudiantes de la URV hacen de ‘padrinos de alumnos de 1º y 2º de ESO con el objetivo de que sepan poner a punto un experimento científico y tecnológico y comuniquen los resultados.
Hasta ahora han participado en la iniciativa 165 estudiantes de la URV como padrinos de 2.315 alumnos de ESO de 16 centros educativos del Tarragonès, Terres de l’Ebre y Barcelona.
El programa se ha ido enriqueciendo y ahora ya son el Hub Experiemnta y cuentan con otras actividades como el CrimExperimenta, un reto de lo más motivador en el que los alumnos pueden resolver un crimen. La elaboración es tan detallada que bien podría ser el guión de una serie de Netflix.
El resultado es que en las encuestas que pasan los estudiantes que dicen que no les gustan las ciencias pasan del 46% antes de la actividad al 6% al terminar.
Y aquí tampoco acaban los beneficios. El premio se los entregan, de hecho, porque el proyecto ha demostrado que ayuda a desarrollar las ‘soft skills’ (habilidades blandas) en los universitarios. Son competencias como el liderazgo, el trabajo en equipo, la toma de decisiones y la comunicación. En resumen, señala Pocurull los alumnos «están frente a un grupo de niños de 12 años y tienen que tirar del carro, resolver conflictos, negociar, motivar, conseguir que los entiendan y que vean la utilidad de lo que están haciendo para su vida... Los recursos humanos de las empresas lo que te dicen es que cuando alguien llega con un título se da por supuesto que tiene unos conocimientos técnicos, así que lo quieren es ver estas otras habilidades», relata.