A menudo, buscamos destinos lejanos para maravillarnos con paisajes espectaculares y sumergirnos en entornos únicos, cuando en realidad, tenemos lugares extraordinarios más cerca de lo que imaginamos. Nos embarcamos en largas travesías para encontrar esa conexión con la naturaleza, el silencio o la historia, sin darnos cuenta de que rincones igual de interesantes están a nuestro alcance: sólo nos priva de ellos el desconocimiento. El balneario de Cardó es un claro ejemplo de esta paradoja: un enclave con siglos de historia, un paisaje imponente y una atmósfera de aislamiento que, en su día, atrajo a eremitas y burgueses. Hoy, sin embargo, sigue siendo un lugar caído en el olvido. En la ruta de esta semana, descubrimos la historia del balneario de Cardó, así como las rutas de senderismo que ofrece esta sierra.
El desierto de Sant Hilari
En el siglo XVII, el fraile Pere Pau Rebull, más conocido como fraile Pau de Crist, recibió el encargo de encontrar un lugar idóneo para establecer un desierto, entendido no como un paraje árido y seco, sino como un refugio de paz y recogimiento, donde los religiosos pudieran retirarse del mundo para entregarse plenamente a la oración y la contemplación. Tras descartar las montañas de Tivissa, encontró en Cardó el enclave perfecto para llevar a cabo su misión. A principios de siglo, en el lugar previsto para la construcción del monasterio, se levantó una capilla dedicada a Sant Hilari. Sin embargo, la visión eremítica de la comunidad no se limitó a un solo templo: en todo el valle se edificaron un total de 14 ermitas, dispersas estratégicamente para permitir a los religiosos una vida de aislamiento y meditación, en sintonía con su espíritu contemplativo. No obstante, durante la primera mitad del siglo XIX, el conjunto quedó abandonado debido a la desamortización de Mendizábal.
El balneario de Cardó
De acuerdo con Laura Tienda y Albert Curto en el Balneari de Cardó, Salvador Cabestany fue quien convirtió el antiguo monasterio en un balneario dirigido a las clases pudientes. La nave de la iglesia de Sant Hilari se convirtió de forma provisional en el comedor, las celdas en habitaciones y el patio central del claustro en restaurante. Concluidas las reformas, y de acuerdo con las crónicas de la época, el flamante balneario ofrecía, allá por 1886, noventa habitaciones de una o dos camas y entre catorce y dieciséis alojamientos para las familias. A ello se suma un salón de reuniones, un comedor de primera y otro de segunda, el café y una sala de baños. Así las cosas, y de acuerdo con el libro citado, el balneario podía acoger en sus puntos álgidos a más de medio millar de personas, cifra que surge de la suma de clientes y el servicio. Ahora bien, los visitantes se concentraban durante la temporada del balneario, algo que iba de junio a septiembre. El resto de los meses se dedicaban al mantenimiento y, a lo sumo, a recibir a familiares y amigos de los propietarios.
Un remanso de paz
Incluso en la actualidad, llegar al balneario de Cardó sigue siendo toda una aventura. Lo que hoy recorremos en 40 minutos en coche, antaño suponía un viaje de entre 3 y 4 horas, el mismo tiempo que nos llevaría hoy desplazarnos hasta el Pirineo. Lejos de constituir un inconveniente, su lejanía y aislamiento de las principales poblaciones contribuían a generar una sensación de desconexión. Sumado a que las familias tenían estancias de entre quince y treinta días, los visitantes debían sentir que se adentraban en un mundo aparte, lejos del bullicio y las preocupaciones diarias. El entorno agreste, el aire puro de la sierra y el ritmo pausado del balneario reforzaban esa sensación de retiro, donde el tiempo debía diluirse entre paseos.
Rutas de senderismo
Entre las rutas más destacadas de la Serra de Cardó se encuentran la ascensión a la Creu de Santos (941 metros), el punto más alto del lugar, y la emblemática Ruta de las Ermitas. La primera, con 10 kilómetros de recorrido y 665 metros de desnivel positivo, ofrece vistas panorámicas del antiguo balneario desde distintas alturas. La segunda conecta las ermitas dispersas por la sierra en un trazado de características similares. Cualquiera de estos itinerarios requiere más de seis horas de marcha efectiva y un esfuerzo considerable, por lo que es de capital importancia la hidratación e ingesta de alimentos antes, durante y después de la realización de la actividad. Sin importar qué opción elijamos, disfrutaremos de una de las mejoras rutas de senderismo de Tarragona gracias a la Sierra de Cardó.