Coque Malla actuará mañana en el festival Guitar BCN,
en el Palau de la Música Catalana de Barcelona.
Coque Malla (Madrid, 1969) está de vuelta tras alejarse de los escenarios en 2022. Está de gira con su nuevo disco, Aunque estemos muertos, en el que aborda la fugacidad de nuestra existencia y da continuidad a una exitosa carrera en solitario que despegó con La hora de los gigantes (2009).
Acaba de cumplir 40 años de carrera, tras iniciarse siendo un adolescente con Los Ronaldos en los 80. Este sábado (21.00 horas) actuará en el Palau Firal i de Congressos de Tarragona.
¿Qué tal el regreso a los escenarios tras el parón?
Muy bien, la verdad es que está siendo espectacular. Hasta hace poquito no podía permitirme parar un año, y me ha servido para dedicarme al disco, descansar de los viajes, que el público también descansara de mí y para cogerlo otra vez con ganas.
Entre medias, con la banda, hemos hecho el disco y ha habido una comunión creativa, artística y musical muy fuerte que hemos trasladado a los directos. Hemos salido como miuras. Yo nunca había hecho una gira en recintos tan grandes y llenos todos al 90%. Es una gira soñada.
Nada que ver con el título del disco, ‘Aunque estemos muertos’.
Me parecía una frase potente para un título y, además, resume absolutamente la identidad del disco. Habla de la fragilidad, de que las cosas se acaban, que nos morimos, el paso del tiempo... El disco va de ese desconcierto, de ese vértigo que produce tomar conciencia.
Creo que somos conscientes de la muerte desde que tenemos cuatro años, tengo hijos y lo veo, pero realmente no asumimos que va en serio hasta que tenemos una cierta edad y por una suma de circunstancias. Yo estaba en ese momento vital de reflexionar sobre eso y me empezaron a salir letras donde estaba muy presente.
¿Le asusta la muerte?
Muy fan de la muerte no soy, pero no sé si me asusta. Creo que a todos nos desconcierta. Es un misterio muy grande por mucho que nos agarremos a filosofías, religiones, extraterrestres o la reencarnación.
Soy bastante cínico con esas cosas, creo que todas nacen del mismo sitio: del terror a lo desconocido, a lo que viene después. Con religión y filosofía puedes llegar a colocar la muerte propia en un sitio que no te moleste, pero con la muerte de los seres queridos no hay nada que hacer, más que sufrirlo.
Lo vamos manejando como podemos, pero no podemos dejar que nos paralice y nos condicione la vida.
En el disco también hay crítica social. ¿Qué le molesta?
Muchas cosas. Creo que individualmente podemos ser maravillosos, pero cuando nos juntamos más de veinte empezamos a crear un monstruo y una identidad con la que yo raramente me siento identificado y me produce rechazo.
«Hay una cosa que me preocupa mucho últimamente: la tendencia a aplicar normas políticas al arte»
Y hay una cosa que me preocupa mucho últimamente: la tendencia a aplicar normas políticas al arte. El arte debe ser territorio salvaje. Como empecemos a decir a los artistas lo que pueden o no pueden decir nos cargamos el arte.
¿Hay censura?
Sí. Las redes sociales han generado una especie de sistema de vigilancia moral muy peligroso que funciona solo, sin nadie a los mandos. No hay un hombre malvado acariciando a un gato blanco con un montón de televisores. Lo hemos creado nosotros.
¿Usted lo ha sufrido?
Nos pasa a todos los que escribimos en redes sociales. Las necesitamos para comunicarnos con la gente que va a nuestros conciertos y compra nuestros discos. En redes social dices «buenos días» y te sale alguien cabreado. La polémica está servida y es agotador.
«Las redes sociales han generado una especie de sistema de vigilancia moral muy peligroso que funciona solo, sin nadie a los mandos»
En octubre recibió el Ondas por sus 40 años de trayectoria. ¿Le da vértigo mirar atrás?
No miro atrás. Soy muy perfeccionista y obsesivo con mi trabajo y estoy todo el rato pensando en lo que viene, en la siguiente gira, el siguiente disco, el siguiente diseño de luces, el siguiente montaje... Con lo cual un problema menos.
¿Siente presión por componer canciones que gusten al público?
No, solo pienso en el público cuando preparo los espectáculos en directo. Pero cuando hago discos me encierro con la banda y el productor y trabajamos para nosotros, para disfrutar de lo que hacemos y que nos estimule y nos parezca interesante. Luego cruzamos los dedos para que al público también le parezca interesante.
¿Le cansa que le pidan que toque ‘Adiós papá’ de Los Ronaldos?
Tocar canciones de Los Ronaldos no me cansa. Son mis canciones, me gustan y las disfruto. De todas maneras, solo hay tres en el show. Hubo un momento en el que yo tenía que defender con mucha insistencia mi identidad como solista y Los Ronaldos eran un poco tabú, no podían entrar en mi mundo.
«Hubo un momento en el que yo tenía que defender con mucha insistencia mi identidad como solista y Los Ronaldos eran un poco tabú»
Ahora mi repertorio como solista es valorado. La gente que está abarrotando los auditorios en esta gira va por mis últimos discos. Podría no tocar una sola canción de Los Ronaldos y la gente saldría feliz de los conciertos.
Los conciertos de esta gira están divididos en dos actos...
En el primero representamos el nuevo disco de arriba abajo, y digo representamos porque tiene algo de narración, de película, con un principio, un desarrollo y un final. El segundo acto es mucho más festivo, con todos los éxitos, recuerdos a Los Ronaldos y la gente de pie bailando. Es muy emocionante.