Gemma ha conseguido su sueño, crear la familia ideal. Anna es fruto de su feliz matrimonio, una adolescente con problemas típicos adolescentes. Pau, padre de familia, es un hombre trabajador y respetable, en casa nunca ha faltado de nada. Una casualidad, un descubrimiento inesperado hará temblar la estabilidad familiar. Una mirada, un gesto inocente, la hará estallar.
Este es el argumento principal del cortometraje Anna. Se trata de la ópera prima del joven tarraconense Jordi Aldave Ondé, estudiante de dirección cinematográfica en la Escola de Cinema de Reus (ECIR). «El cortometraje es el proyecto de final de curso, y quería explicar la historia de una persona cercana y expresarla de la mejor manera posible», detalla el joven de veinte años. La producción se estrenó la semana pasada en el Teatret del Serrallo.
El resultado es un filme inspirado en las relaciones paterno-filiales, las apariencias y los límites del ser humano. Concretamente, Jordi Aldave asegura que «esta experiencia me hizo ver la diferencia generacional que acostumbra a haber entre padres e hijos. Los adolescentes nos sentimos incomprendidos por nuestros padres, tal como ellos se sintieron con los suyos. Dos otros conceptos claves dentro del corto son las apariencias y los límites del ser humano. Nadie es quien dice ser y siempre intentamos mostrar la cara buena de nuestra vida, llegando a falsear nuestra propia felicidad, una acción muy arraigada a la envidia».
Con todos estos ingredientes, el tarraconense se ha rodeado de un grupo de jóvenes para sacar adelante la producción, «con mucho esfuerzo y amor». Además, el filme también «cuenta con la colaboración de la AFASIT, una asociación contra los abusos sexuales infantiles en las comarcas tarraconenses», destaca el cineasta, para quien es la primera experiencia como director. «Nunca me había puesto al frente de una producción, por lo que he sentido cierto miedo y mucha responsabilidad, que he superado con la ayuda y la confianza de todo el equipo. Somos una pequeña familia».
Por otro lado, Anna también quiere «reflejar como los humanos podemos renunciar y dejar atrás todas nuestras creencias cuando está en peligro alguien que queremos», detalla Jordi Aldave, quien añade que «Gemma, la madre de familia, es una mujer de fuertes convicciones religiosas y cristianas, que quiere difundir dicho mensaje. En cambio, su hija, Anna, no comparte este pensamiento. Una situación que las distancia y que supone una barrera entre ambas». En este punto, el cineasta tarraconense rompe una lanza a favor del vínculo materno-filial: «No en un sentido romántico, sino que, como madre, Gemma lucha por el amor de su hija, y es capaz de dejar a un lado sus convicciones».
Por todo ello, para Jordi Aldave es crucial que «los filmes inviten al público a reflexionar sobre lo que han visto en la pantalla». Así, el cineasta lanza dos preguntas al aire: «¿Qué estamos dispuestos a hacer por amor y cómo reaccionaríamos en la piel de Gemma o Anna?».
AFASIT, una asociación contra los abusos sexuales infantiles, ha colaborado en el filme
