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Albert Bonet, el artista de Tarragona admirado por la baronesa Thyssen y que tatuó a los azulgranas Neymar y Suárez

En noviembre entrará en el Museu d’Art Modern de Catalunya (MEAM), dentro de una exposición colectiva

05 octubre 2024 16:18 | Actualizado a 05 octubre 2024 16:33
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Aunque en 2023 Albert Bonet ganó el Premio al Mejor Artista en la Tower Art Fair de Tokio y uno de sus murales fue escogido entre los mejores del mundo por Street Art Cities, su obra se resistía a entrar en los museos, lo que cambiará próximamente al abrirle las puertas el MEAM de Barcelona y la baronesa Thyssen en su nuevo museo barcelonés.

Carmen Thyssen ha expresado su admiración por las obras de Bonet y ha mostrado su predisposición a incluirlo entre los artistas que tendrán cabida en el museo que se instalará en los antiguos cines Comedia, en el centro de la capital catalana, y en otras exposiciones que organiza alrededor del mundo.

Nacido en 1996 en Riba-roja d’Ebre, pese a su juventud Albert Bonet ha pasado ya por diversas etapas artísticas, que incluyen el grafiti, el tatuaje, el arte urbano o la pintura de cuadros neorrealistas, una modalidad en la que ahora se siente cómodo y piensa continuar.

Mientras termina su última obra, ‘Sueño Húmedo’, encargada por su paisano Francesc Castellví, director del Hotel Estela de Sitges, donde quedará expuesto, Bonet explica que en noviembre de este año entrará en el Museu d’Art Modern de Catalunya -MEAM-, dentro de una exposición colectiva, y que este mismo museo presentará una exposición individual suya en noviembre de 2025.

Asevera Albert Bonet que con ello culminará «un sueño cumplido», pues cuando llegó a Barcelona siendo un joven artista pensó: «Ojalá algún día pueda exponer aquí».

Han pasado 22 años desde que, cuando solo tenía seis, vio en un programa infantil de televisión un reportaje sobre grafitis que le entusiasmó, «y lo primero que hice fue robarle a mi padre un bote de pintura que tenía por casa y me fui a pintar por el pueblo: me pillaron el primer día», recuerda con humor.

Bonet, que de niño «era como el raro de la clase porque en el patio todos mis amigos jugaban al fútbol y yo dibujaba», rememora, empezó a informarse sobre el arte urbano y el hip hop y se dedicó inicialmente al grafiti.

Tras cursar bachillerato artístico en el Col·legi Episcopal de Lleida, un curso de cómic y pasar un año por la Barcelona Academy of Art, decidió iniciar su propio camino dedicándose a pintar mientras trabajaba como tatuador, un ámbito en el que sobresalió y llegó a tener clientes como las estrellas futbolísticas Neymar y Luis Suárez, lo que catapultó su notoriedad.

«El tatuaje fue una salida y me daba el apoyo económico para poder pintar lo que yo quisiera», explica Bonet, quien pese a su breve formación académica no se considera un ‘autodidacta’.

«No me gusta la palabra autodidacta -afirma-, yo creo que nadie es autodidacta porque al final te nutres de cualquier cosa, yendo a museos aprendes, observando mucho aprendes, aunque no tengas nadie a tu lado que te diga ‘esto se hace así’».

Como grafitero aprendió también a pintar grandes murales, entre los que destacan «Santa Águeda» en su Riba-roja natal, inspirado en ‘La maja desnuda’ de Goya, y el que realizó en un edificio de seis plantas para el Festival Internacional de Arte Urbano de Lleida, que fue seleccionado por la plataforma Street Art Cities como uno de los cien mejores murales del mundo de 2022.

$!Foto: EFE

Dice que hasta ahora en sus cuadros «he intentado siempre hacer crítica social, pues como me inspiro con cualquier cosa que me envuelve, al final si me envuelve mierda, pues la pinto, pero buscando una sutileza elegante, maquillándola y camuflándola, como se hace todo en esta sociedad».

Durante una etapa se inspiró en el pop art, introduciendo en sus cuadros a personajes infantiles del cine y la televisión tras «darme cuenta de que la infancia había muerto, que nunca volvería, y me gustó mucho la idea de matar a todos mis iconos infantiles, repensando un poco la muerte de la infancia».

Un ejemplo de esta etapa iconoclasta es su obra ‘La Matanza de Orfeo’, en la que este personaje de la mitología griega es víctima de las bacantes, adoradoras del dios Baco, una de ellas encarnada en una perversa Blancanieves que le intenta envenenar con lejía.

Tras esta etapa «mucho más alocada» inspirada en personajes de la cultura popular y de su entorno, un Bonet que dice estar siempre en un «continuo estado evolutivo» sitúa ahora sus obras en «un neobarroco que es un poco más serio, un poco más elegante, más música clásica».

En esta línea enmarca su última obra, ‘Sueño Húmedo’, donde pinta a una joven que se muestra tranquila en una sala que se está inundando, con el peligro de que el agua la acabe ahogando.

El cuadro, dice Bonet, representa «una sensación personal de cómo me siento en este momento, que es como una ola que se me viene encima por todo lo que tengo que hacer en el próximo año, en el que tendré que producir una obra y media al mes, y no sé como lo voy a poder gestionar».

Asegura que en un futuro le gustaría adentrarse en otras expresiones artísticas - «la escultura es algo que tengo muy pendiente»- aunque de momento está centrado en pintar los cuadros que tiene comprometidos y preparar las exposiciones pendientes.

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