Cada poro de la piel de Albert Bonet (Riba-Roja, 1996) respira ingenio y originalidad. Su vida está intensamente ligada a las creaciones y ese talento que exprime no ha tardado en recibir reconocimiento. Su pasión por la pintura alcanzó, hace pocos días, la admiración del público japonés, concretamente a través de los premios Tokyo Tower Art Fair 2023, una gala que le condecoró como mejor artista.
La obra de este pintor polifacético va enfocada a una crítica social pintada al óleo, con estilo realista y combinada con personajes pop y marcas personales de nuestra cultura. «También incluyo a mis amigos y a la gente que me rodea como modelos. La mayoría de escenarios que componen mi trabajo corresponden a lugares que yo frecuento», reflexiona. Bonet reside desde hace varios años en Barcelona, aunque ya ha expuesto sus producciones en Madrid y varias ciudades referencia del circuito internacional.
Uno de los últimos trabajos que ha realizado disfruta de un condimento mediático indiscutible. Ha diseñado un retrato del humorista y actor Berto Romero para su próxima gira de monólogos.
Además de aterrizar en Tokio y recibir un galardón de prestigio, hace apenas un par de semanas el ebrense celebró una exposición en el Palacio de Cibeles de Madrid, en la galería de Cristal, uno de los escenarios más tradicionales y con una relación extraordinaria con el arte de la capital.
«Mi sueño siempre ha sido vivir de la pintura y desde hace un año lo he conseguido. Me siento muy realizado y muy motivado», asegura. El abanico de posibilidades artísticas que ofrece el de Riba-Roja va mucho más allá de un cuadro realista. Se ha confirmado como uno de los tatuadores con mayor reputación del país y además ha dibujado grafitis y portadas de festivales.
«Me identifico con la pintura realista, sobre todo retratos de animales y personas. Son caras de gran formato e intento sacar el máximo detalle posible igualando la calidad de una foto o incluso mejorándola. Siempre me ha gustado pintar y ya en la foto de la comunión salgo pintando grafitis», reconoce.
En el ecosistema de los tatuajes, Albert Bonet se ha expresado a través de la marca, con estudio propio, Blessed Art. Uno de sus clientes de caché popular cuenta con nombre y apellidos. Se trata del futbolista Neymar Júnior, que antes de viajar a Francia para fichar por el PSG reclamó su destreza para reflejar en la piel la palabra «AMIGOS». Neymar lo hizo junto a sus inseparables Toiss.
Sobre aquel encuentro, el ebrense rememora que «hicimos un tatuaje muy pequeño y no estuvimos demasiado tiempo. Tenía prisa. Iba a firmar el contrato con el club francés».
Su relación con el mundo de los tatuajes se inauguró pronto gracias a una promesa de su padre. «Cuando tenía 13 años me quedaron todas las asignaturas para septiembre, iba a repetir curso y me prometió que me regalaría mi primera máquina de tatuar si aprobaba el curso. Lo conseguí».
Esa experiencia surgió en Riba-Roja, una locura que, como casi siempre en estos casos, se cobra a un amigo. «Le tatué en la trastienda de un bar, en un sofá lleno de pelos de gato con una máquina descalibrada que no sabía ni cómo iba». El final de la obra tampoco tiene desperdicio. «En lugar de limpiarlo con agua, como debe hacerse, le tiré alcohol de curar». En aquellos tiempos, ni siquiera Albert pensó en lo que hoy ha logrado a nivel artístico. El reconocimiento en Tokio le abre las puertas a un progreso de magnitudes todavía mayores.
Una experiencia única
El proceso creativo que le ocupa como pintor le ha quitado tiempo para responder a la demanda de tatuajes que había acumulado sobre la mesa. «Tatúo menos, porque he encaminado mi vida a la pintura. Siempre lo había tenido claro, y ahora que salen oportunidades importantes, todavía más», confiesa.
La visita a Japón y todo lo que ha comportado ese premio que ha recibido le han permitido vivir una experiencia extraordinaria. «Ha sido una pasada. Esta gala obsequia a cada una de las disciplinas del arte y, después, existe el premio general a mejor artista, que es el que me han dado a mí. Así que, imagínate. No me lo creo», declara todavía sorprendido y emocionado con esa distinción.
El presente más inmediato del de Riba-Roja sigue vinculado al mundo del realismo a través de esas pinceladas al óleo que tanto le distinguen y que ya son objeto de deseo de distintas marcas y personajes de relevancia pública. En Riba-Roja ha nacido un especialista del arte más pop y transgresor.