La soledad es una temática recurrente que ha perseguido al hombre que, avasallado en su mundanidad, ha intentado darle sentido a una inquietud tan esencial externalizándola en su más profundo arte. Desde las más elementales representaciones rupestres hasta el mundo del arte contemporáneo, la soledad, desamparada en su nostalgia, ha sido y será la musa más elocuente del ser.

Agustí Domingo Ortiz, de 72 años, en su recientemente inaugurada muestra L’artista interior, en la Personal Joieria de Tarragona, concede una exploración profunda y matizada de este concepto. A través de un conjunto de pinturas con texturas densamente superpuestas, el artista invita a entrar en un universo emocional lleno de tensiones internas y, al mismo tiempo, de una belleza enigmática, que hace del descifrarlas un entresijo personal único.

Paralelamente, la URV ha presentado un libro sobre el pintor: Agustí Domingo Ortiz: l’artista interior, en el que han participado profesores e investigadores de diferentes ámbitos. Domingo, que ha escogido vivir en la tranquilidad de Palazuelos de Eresma, un pueblo de Segovia, vivió sus primeros 36 años en Tarragona.
Una de las características más notables de las obras del artista es la profundidad texturizada que las conforma. A través de capas de pintura espesa, cepilladas, y la combinación de otros elementos materiales, el artista construye superficies que parecen reflejar la profundidad de la experiencia humana del vivir.
Estas texturas, que pueden parecer casi caóticas en ocasiones y, en otras, delicadamente sutiles, engullen las diferentes capas de la psique humana y las luchas internas del individuo. Las trazas dejan huellas de lucha y de intensidad, pero también de calma y contemplación, transformando la tela en una ventana del interior, un espacio donde lo visible y lo invisible conviven de forma indisoluble. El artista crea una narrativa visual que no requiere de la figuración para transmitir los desafíos de la existencia, la lucha del hombre por entenderse y entender a los demás, y su búsqueda de conexión en medio del aislamiento.
La soledad, a pesar de ser percibida a menudo como una condición negativa, se presenta para Agustí Domingo como una parte inevitable del proceso personal y de creación. A través de estos silencios interiores, el artista no solo habla del aislamiento, sino también de la belleza que puede surgir de su reflexión y, en última instancia, de la esperanza más allá de las apariencias visibles.
Las obras presentan una gama de tonos desde los más oscuros hasta los más vibrantes, generando una sensación de contraste y tensión emocional que se resuelve en su profundidad y ambigüedad visual. Así el artista habla de cosas a medio mostrar, de presencias que no se dejan capturar por completo, como si fuesen recuerdos o sentimientos de un inmenso limitado donde nada es todo y todo es nada.

A través de la exposición L’artista interior de Agustí Domingo, la Personal Joieria reafirma su compromiso con muestras llenas de poesía a través del símbolo en la imagen. Ahora, el espacio reivindica la obra y figura del pintor tarraconense hasta el próximo día 19.