Mario Vicente nació siendo niña en Sant Andreu de la Barca (Barcelona), pero con sólo un año y medio su madre lo llevó a vivir a Torredembarra. Allí creció y cumplió la mayoría de edad, momento en el que decidió dar el paso más importante y querido de su vida: ser un chico. Ahora ha protagonizado el documental #Sensenormes, que tiene como propósito sensibilizar al público joven sobre el colectivo LGTBI y en concreto, el colectivo trans.
Permítame el atrevimiento, pero debo darle la enhorabuena por explicar un proceso trans a chavales que están en plena adolescencia.
Bueno, cuando yo hice el cambio no tenía ningún referente, y creo que es importante tener a alguien a quién acudir si decides dar el paso.
¿Y qué hizo usted?
Internet. Tiré muchísimo de la información que podía conseguir en la red...
Nada que ver con saber que puedes contar con alguien.
Absolutamente nada. Por eso quiero que, si hay algún joven que decide hacer el cambio, sepa que me tiene a mi como referente, que le resolveré todas las dudas que haga falta y le ayudaré en todo lo que pueda.
¿Es lo que hizo cuando presentó #Sensenormes en la Sala del Mar?
Expliqué cómo fue mi proceso y contesté a las preguntas que se me plantearon.
Vale, entonces, ahora cuénteme a mi: ¿cómo fue?
Comencé con 18 años –ahora Mario tiene 23–, pero hacía mucho tiempo que tenía claro lo que quería y sabía que haría el cambio sí o sí. Mi familia lo aceptó bien. Aun así, yo entendía que pudieran poner en duda mi decisión, pero habría seguido adelante con ello porque ese era el camino que me hacía feliz.
¿Y qué le preguntaron?
Por ejemplo, si estaba de acuerdo en que un niño de 7 u 8 años dijera que es trans. Por supuesto, puede imaginarse cuál fue mi respuesta.
No se lo negaré... Sigamos, el día 5 de mayo tiene una cita con los chavales del Institut Ramon de la Torre. ¿Qué les dirá?
Lo mismo que en la presentación del documental. Es importante dar visibilidad a la diversidad sexual en los institutos y que tengan ayuda durante todo el camino para que no se sientan rechazados.
Hábleme de ese camino. ¿Qué hay en él?
A nivel físico, el punto de inflexión está en los 16 años. Antes de esta edad el proceso es reversible. Después ya no.
Explíquese.
Si comienzas el camino del cambio con 14 años, desde entonces y hasta los 16 te suministran unos inyectables para frenar las hormonas, ya sea los estrógenos o la testosterona, pero si te lo repiensas y lo dejas, el proceso se revierte. A partir de los 16, a los chicos trans les inyectan directamente las hormonas y a las chicas se les suministran con pastillas. Lo que avances con esto ya es irreversible.
Y una vez termina el proceso de cambio, ¿ya está?
No, porque el proceso no termina nunca. Yo siempre me tendré que pinchar testosterona para que sea más alta que los estrógenos, porque genéticamente siempre tendré estrógenos.
Entonces, si el proceso es irreversible, ¿qué pasaría si dejara de pincharse?
Mantendría mi voz y la crecida del pelo, pero me volvería a bajar la regla.
¿No se ha planteado hacerse una histerectomía?
Por ahora no. Primero me gustaría tener hijos.
