La historia de Luis Gómez (Lima, 1957) es la historia de muchas de las personas que han construido el Salou que conocemos hoy. Vecinos y vecinas que llegaron a la capital de la Costa Daurada con la ola del turismo en busca de oportunidades y que acabaron echando raíces y formando una familia. Peruano de origen, Luis o Lucho, como le gusta que le llamen, llegó a Salou en 1987 y desde entonces se ha convertido en un salouense más que lleva el nombre de la ciudad allí por donde va.
No en vano, este músico trotamundos cuenta en su repertorio con una canción dedicada a su pueblo adoptivo, Sirena de Salou, que ha cantado por escenarios y locales de todas partes. Un tema «romántico y optimista», como él mismo describe. Durante muchos años, Lucho formó parte del grupo Buena Suerte, que él mismo fundó y con el que se granjeó un nombre dentro de la escena musical latina e hizo giras por toda la geografía española.
Sus primeros pasos en España los hizo tocando en el metro de Madrid, después de haber estado produciendo sus propios espectáculos en su país. «Me vi sentado en una estación, pasando el sombrero, y no pude», recuerda. Poco después se trasladó a Barcelona a trabajar, donde empezó a vender bisutería en el metro. «Llegaba a vender 30.000 pesetas en un día y el jefe me mandó a una tienda que tenían en Salou, en la calle Zaragoza», cuenta. Ese fue el origen de su idilio con la ciudad y el trampolín para vivir de su música.
«Un día me visitó una paisana, me vio la guitarra y me pidió que tocara algo. Salimos a la calle, allí en Carles Buïgas, y me puse a tocar. De repente, la gente me comenzó a tirar monedas y pensé: ‘¡esto es un chollo!’». Su primer escenario fue la calle, pero pronto le empezaron a contratar para tocar en bares, restaurantes, hoteles... «Me encantaba animar a los turistas, tocar las canciones que ellos me pedían, como La Cucaracha o La Bamba. Ellos provocaron mi despertar musical aquí», relata.
Hoy, después de algunos achaques de salud, mantiene la misma vitalidad que le ha guiado siempre, guerreando para mantenerse activo con su vocación. «Los músicos no nos jubilamos, nos morimos. Cuando tenga 70 años, cogeré una furgoneta y me iré a tocar por Europa. Ese es mi sino», dice. Músico y compositor, Lucho es un artista polifacético, maestro de ceremonias y también ha hecho sus pinitos en la radio o en el mundo de la interpretación, además de ejercer como periodista en varias épocas.
A lo largo de su vida, ha sido testigo de la transformación de Salou y de cómo han cambiado las tendencias del turismo y también las oportunidades para los músicos. Durante mucho tiempo, los veranos para Lucho eran sinónimo de música. «Los fines de semana tocaba por la tarde en bodas, por la noche en hoteles y de madrugada en una sala de fiestas. Volvía a casa hecho polvo, pero feliz. Ahora es mucho más complicado tocar en directo», explica.
«Para mí Salou era un trozo del Caribe en Europa –dice–. No había ni la mitad de gente que ahora, pero era un sitio perfecto para los músicos. Salou era playa, fiesta y rock and roll».