Las tiendas de souvenirs están en el punto de mira del Ayuntamiento de Barcelona. La proliferación de este tipo de establecimientos en el casco antiguo de la ciudad ha ido en detrimiento de los de comercio de proximidad. Para evitarlo se optó por la regularización del sector.
Este verano, el consistorio barcelonés ha multado a 32 tiendas por irregularidades en la venta de este tipo de productos. En la capital catalana, las tiendas de souvenirs tienen que tener una licencia especial para poder vender este tipos de productos. Los establecimientos que no tienen licencia tan solo pueden ocupar un 20% del espacio del local con souvenirs. Además, el Ayuntamiento ha restringido la apertura de este tipo de tiendas en ciertas zonas de la ciudad para evitar que se concentren en el centro histórico.
Y, ¿qué pasa con Salou? Tradicionalmente, la capital de la Costa Daurada ha contado con este tipo de tiendas por su carácter eminentemente turístico. A día de hoy, según el padrón de Activitats, con licencia estrictamente de artículos de regalo y recuerdo, hay 88 tiendas en el municipio.
La normativa
El Pla Especial de l’Equipament Comercial i de l’Activitat de Serveis de Salou, que fue modificado por última vez en 2014, regula los comercios del municipio. El documento define los establecimientos de artículos de recuerdo como «el establecimiento individual polivalente, con productos de distintos sectores de oferta, excepto alimentación y con una superfície de venta de hasta 150 metros cuadrados».
Las tiendas de souvenirs pueden ubicarse por todo el municipio pero hay ciertas restricciones en los ejes comerciales del municipio, para evitar que este tipo de locales copen las zonas más turísticas de Salou. Son considerados ejes comerciales la calle Barcelona, desde Plaça Bonet hasta la calle Arquitecte Ubach, Via Roma, calle Major, calle Valencia, calle Ponent, calle de L’Església, calle de los Pins, calle Joan Miró, calle de Rafael de Casanovas, paseo de Jaume I, avenida Principat d’Andorra, calle Saragossa, avenida Carles Buïgas y calle Bilbao.
En estas vías donde se concentra la mayor parte del comercio, las fachadas de las tiendas de souvenirs deben estar como mínimo a 30 metros de distancia entre ellas. En estas zonas las tiendas de souvenirs y los bazares también deben guardar esta misma distancia. En cambio, los bazares deben estar separados mínimo por 50 metros.
Según el concejal de Dinamització Econòmica de l’Ajuntament de Salou, «de tiendas de souvenirs ha habido siempre en Salou, dado que es una ciudad turística y el recuerdo es un objeto típico que el visitante compra para regalar o bien para uso y disfrute personal». El edil considera que lo que sí ha cambiado es la tipología de empresario: «En este sentido, estamos haciendo referencia a negocios con un tipo de productos y una estética diferente a la tradicional».
Precisamente algunos empresarios del sector turístico fueron críticos el año pasado por la falta de renovación de los productos de las tiendas de souvenirs y por vender Salou como un destino de «sexo y fiesta» cuando se está trabajando por ser un destino de turismo familiar. Según el Ayuntamiento de Salou, el año pasado se llevó a con una actuación que llegó tanto al fabricante como el distribuidor y se retiraron este tipo de productos.
Desde la Federació Empresarial d’Hostaleria i Turisme de la província de Tarragona (FEHT) señalan que el sector turístico invierte cada año millones de euros en modernizar y mejorar sus instalaciones y servicios. «Estamos trabajando para un destino de calidad y debemos hacerlo todos, también el comercio. En Salou y Cambrils, por ejemplo, ya hay comercios que se han modernizado y estamos muy orgullosos, embellecen nuestras calles y aporta valor añadido a nuestro destino».
Un comercio de calidad
Desde la FEHT insisten en que están contra el comercio «no profesional, de aquel que no acepta las reglas del juego, del que comercializa con producto falsificado –o de muy baja calidad– y que no respeta las ordenanzas municipales en relación a la actividad comercial». Así, pues, consideran necesario que las administraciones públicas dicten y hagan cumplir unas ordenanzas «claras y exigentes» para disponer de comercios que ayuden a tener calles «más bonitas y agradables, tanto para los ciudadanos, como para nuestros visitantes (…) Lo que no se debería permitir es tener comercio invasivo, de baja calidad y poco profesional con productos desregulados. Esto no ayuda a ser un destino de calidad, el destino la configuramos todos».