Cuanto más calor hace en verano, más queremos estar todos cerca del agua del mar. Refrescarse los días sin apenas dar un paso ni tener que quemarse los pies entre una arena abrasadora. Pero eso no quita que, para ello, tengamos que instalar tumbonas y sombrillas en primera línea de playa a primera hora del día.
«Esto no se puede consentir. La playa no es uso privativo de nadie en concreto. Aquí llegan y plantan los bártulos a las 8 de la mañana y se largan hasta el mediodía. ¿Cómo es posible que tengan semejante cara?», exclamaba Angelita, una ciudadana de Salou que acude todos los días a la playa hacia las 10.30, después de haber desayunado.
«Haber venido como yo a primera hora, que nadie os lo impide», le replicaba Miguel, un jubilado que muchos días deja parasoles y sillas en una posición privilegiada en la playa de Llevant de Salou.
La guerra de tumbonas y sillas no es nueva. Tampoco se inició en Salou, seguramente. Pero lo cierto es que son cada vez más los municipios que, al tiempo que masifican sus cifras de turistas, ven cómo aflora este fenómeno. Lo curioso del caso es que, precisamente, desde el Ayuntamiento de Salou se asegura que «según la Policia Local, no hay constancia de ninguna denuncia ni queja al respecto por este tema» y añaden que «tampoco ha habido ninguna intervención policial sobre ello».
Sin embargo, el Diari ha podido constatar el enfado por parte de numerosos bañistas al respecto, alegando que «no hay derecho a que implanten tumbonas y sombrillas a primera hora como si la playa fuera solo suya y los demás, que llegamos a horas normales, tengamos que contentarnos con ponernos por detrás en muchos casos. ¡Pero si dejan las sombrillas a las 8 y vuelven a las 12!». Alguno aún va más allá y afirma que «con alguno de esos he estado a punto de llegar a las manos tras llamarle la atención. Lo hacen muchos, grandes y jóvenes. ¿Para qué vienen si a las 8 no hacen uso de la playa?».
Vila-seca toma cartas en el asunto
Otros municipios, como Vila-seca, han decidido tomar cartas en el asunto en su costa de La Pineda. Así, Josep Toquero, concejal de Serveis Generals, Seguretat i Civisme, apunta que «desde el Ayuntamiento de Vila-seca ya hace algunas temporadas que aplicamos medidas para evitar actitudes incívicas en la playa, como la instalación de sillas, toldos, toallas y otro material sin usuarios. De forma esporádica y en días aleatorios, la Policia Local de Vila-seca, en coordinación con la Brigada Municipal, retira el material que encuentra sin sus propietarios, atendiendo a lo que recoge el ‘Pla de Distribució d’Usos i Serveis de Temporada de les Platges 2022-2026’. El objetivo de esta medida es que todos pueden respetar los usos públicos de la playa y establecer una buena convivencia entre los usuarios durante todo el año».
Pero también hay otros municipios que no parecen tener ese problema, dada la amplitud de sus playas y, probablemente, una menor concentración del turismo en verano. Así, por ejemplo, desde el Ayuntamiento de Vandellòs i l’Hospitalet inciden en que «no se da la casuística en el municipio. A pesar de ello, una ordenanza municipal de uso regula esta situación (el artículo 12.3), que se refiere al aprovechamiento, seguridad y conservación de las playas y litoral».
Sitios cotizados en Calafell y Cunit
La zona sur de la Costa Daurada no es la única en sufrir estos problemas. También sucede en la franja norte, ya que es lo de cada verano. Principalmente, en Segur de Calafell, Calafell y Cunit, donde el mar ha dado dentelladas a la playa y la anchura del arenal es escasa.
Algunos madrugan para bajar a la playa y plantar sillas y sombrillas en una privilegiada primera línea cerca del mar. Casi pueden tocar con los pies el agua.
Pero no se quedan. El objetivo es reservar sitio. Tras asegurarse esa plaza, regresan a casa y vuelven a la playa en algunos casos horas después, cuando ya están los primeros bañistas tomando el sol.
E indignados porque han encontrado unos enseres sin su propietario al que ven llegar con toda tranquilidad. Mientras que quien se ha comportado de forma cívica debe quedarse a varios metros del agua.
Esa acción está prohibida tanto en Calafell como en Cunit. Y a pesar de que los ayuntamientos reiteran que retirarán las sillas y sombrillas que estén vacías a primera hora con la clara intención de reservar espacio, no se ha informado de que lo hayan hecho en alguna ocasión.
Quienes bajan a la playa para quedarse muestran sus quejas ante esa permisividad del incivismo y piden que se tomen medidas. Porque además las ordenanzas de uso de las playas también exigen que se deje un paso libre entre la orilla y las sillas para quienes quieran pasear. Pero a veces ni se cumple este principio.
En Calafell y Cunit hay tramos de playa muy estrechos y el sitio en primera línea de playa está muy cotizado. Así, es fácil ver sillas, sombrillas y toallas vacías ocupando un gran espacio a la espera de la llegada de sus propietarios.
Es la guerra del incivismo que cada año resurge por estas fechas, Queda medio mes para que se acabe, y la esperanza de los municipios es que no vaya a más.
La picaresca
Está claro que para aparentar estar en el agua y no ser llamados la atención tiene también su picaresca. El ‘modus operandi’ de algunos parece más trabajado. Se trata de dejar unas chanclas viejas y usadas junto a tumbonas y sombrillas, dando la sensación de que los presuntos bañistas están en el agua.