El Institut de Altafulla se ve obligado a desalojar una aula por culpa de las filtraciones de agua que se generan cada vez que llueve. Esta es una situación con la que el centro está batallando desde hace más de 10 años, y desde entonces el centro está a la espera de que se lleven a cabo las obras pertinentes para terminar con ella.
El edificio del Institut de Altafulla comenzó a funcionar en el curso 2007-2008, pero ese año lo hizo en barracones. No fue hasta el curso siguiente que los alumnos se trasladaron a las instalaciones actuales y tres años después, en 2012, comenzarán las filtraciones de agua.
Según explica la directora del centro, Belén Jiménez, «el problema es un defecto de construcción del propio edificio y lo hemos estado sufriendo casi desde que se puso en marcha» y denuncia que «es muy grave, tanto que cuando llueve es como si el instituto no tuviera techo. Se convierte literalmente en una piscina». Cuando esto sucede, «el mismo día de lluvia no se inunda nada, pero cuando el agua comienza a filtrar, acaba afectando a dos aulas, que quedan completamente anegadas».
El espacio del que dispone el instituto permite que «podamos reubicar, en el aula de dibujo, a los chicos y chicas de una clase. Los de la otra afectada se quedan allí porque no tenemos más sitio y salvamos la clase colocando cubos por todo el suelo que recogen el agua que cae del techo», asegura Jiménez. Igualmente, prosigue, «en esa aula, los chavales no se concentran igual porque el mobiliario y el entorno para hacer dibujo no es el mismo que para otras clases».
A la espera de licitación
Ahora, después de casi once años de espera, parece ser que ya hay una intención por parte de la Generalitat, de impulsar las obras de reforma de todo el techo del instituto. A pesar de ello, la directora del centro no lo ve claro: «Por lo que sabemos, solo falta licitar las obras. Pero antes de terminar el curso pasado se nos informó de que comenzarían en junio del 2022 y esto no ha sido así». Jiménez cree que ha habido un retraso en la licitación de las obras o bien falta de presupuesto para llevarlas a cabo, «pero no tenemos ninguna información al respecto», lamenta.
¿Cuál será la afectación?
Llevar a cabo las obras para cambiar toda la cubierta del Institut de Altafulla podría suponer tener que paralizar las clases, dependiendo de la época del año en la que se ejecutaran. Aun así, la directora del centro mantiene la esperanza de que, en su día, no se tenga que llegar a este extremo, y afirma que «nos han asegurado que las obras se podrán realizar con los alumnos dentro, lo que no supondría romper con el ritmo del curso escolar» y que los 615 estudiantes se vieran afectados.
Con todo, Belén Jiménez también se muestra excéptica ante un futuro que, a día de hoy, es completamente incierto: «No es un tema que hayamos aclarado», confiesa, porque «hasta ahora nunca nos hemos sentado a hablar de cuál podría ser la afectación real de las obras».