El 1 de octubre está previsto que la estación de Sant Vicenç de Calders reciba hasta 80 autobuses para que miles de usuarios procedentes de Tarragona puedan seguir en tren hasta Barcelona, y para que, desde esta parada de El Vendrell, puedan hacer el viaje de regreso, en autocar, hacia Tarragona.
Sant Vicenç de Calders es una prueba de fuego que se alargará un mínimo de cinco meses por las obras en el túnel de Roda de Berà. El tramo Sant Vicenç-Tarragona quedará interrumpido desde las 23.30 del 30 de septiembre hasta la madrugada del 2 de marzo de 2025.
La alternativa es el autocar. Pero... ¿Está la estación de Sant Vicenç de Calders y su entorno urbano, que debe ser el centro neurálgico del operativo, preparados para hacer frente a ese aluvión de autobuses y de viajeros?
Muchas deficiencias
A priori, y con solo un paseo por las zonas afectadas, la respuesta es un rotundo no. Y eso preocupa al personal ferroviario, a los responsables del bar de la estación, al Ayuntamiento, a los vecinos de la zona y a los propios usuarios del tren.
Ayuntamiento y Renfe hace meses que planifican cómo gestionar la situación. Aunque como explica el alcalde Kenneth Martínez: «Está todo contemplado, pero el día a día nos mostrará situaciones a las que deberemos responder».
De entrada, ¿dónde van a estacionar las cientos de autobuses que llegarán a Sant Vicenç? Porque el aparcamiento de la estación no da. De hecho está previsto que deje de ser aparcamiento y sirva para la entrada y salida de autocares a medida que lleguen o partan los trenes hacia Barcelona o Tarragona, para cargar o descargar pasajeros.
El parking de los autocares
Para el estacionamiento de los autobuses en espera está previsto habilitar la avenida Parlament de Catalunya, donde ahora se instala el mercadillo ambulante los sábados, que deberá buscar nuevo emplazamiento. Esa avenida es un reto. De dirección única, es uno de los principales accesos a la zona de playas de Coma-ruga, con mucha circulación.
La avenida es paralela a la vía del tren, pero los autocares y los viajeros deberán cruzar las vías por un paso para coches y peatones bajo el trazado. Hay otro pequeño paso peatonal, nada recomendable por oscuro, estrecho y carecer de iluminación, en una zona poco frecuentada. En ese pequeño túnel se han denunciado agresiones y amenazas a mujeres.
Otro problema que se prevé es la falta de aparcamiento para la gran cantidad de coches particulares que ahora ya llegan a la estación. Es previsible que haya un aumento en el número de coches que necesiten espacio para aparcar. Y apenas hay lugar en la zona. Y para nada son seguros.
Actualmente, junto a la colonia ferroviaria de Sant Vicenç, un conjunto de antiguos bloques de viviendas para los trabajadores de la línea férrea, hay algunos solares que ya se llenan a diario de automóviles. Son espacios de tierra, con socavones y maleza. Aparcar en ellos exige de una pericia en el tetris para encajar unos coches con otros.
Y no son zonas seguras. Están alejadas de viviendas y quedan a la intemperie. Es habitual encontrar ventanillas rotas y hace unos meses era un punto habitual de robo de catalizadores.
Incluso vehículos del gestor ferroviario han aparecido con los cristales rotos aún estando en el recinto vallado para el personal ferroviario en la estación.
Calles estrechas
Los vecinos de zonas de Coma-ruga más próximas a la estación temen que sus calles se saturen de vehículos. Además, el Ayuntamiento ha estudiado el recorrido que deberán realizar los autocares para que tengan suficiente radio de giro en calles que no destacan por su anchura.
Pero si la movilidad que exige ese operativo ya es todo un desafío, no son menos los problemas que pueden encontrarse los viajeros en la propia estación. Pese a que desde todas las administraciones siempre se hace gala del punto estratégico que es Sant Vicenç para la circulación ferroviaria del país, esta preocupación no se ha traducido en un acondicionamiento de la estación pensando en la comodidad de los usuarios, dicen los vecinos.
Según algunas estimaciones, podrían llegar a Sant Vicenç unos 15.000 viajeros diarios, aunque de momento en la estación solo hay un lavabo, y no es de la propia estación, es el del bar. Con un retrete para hombre y otro para mujeres. No hay más. Y ya es justo para la actividad actual.
Usuarios de la estación explican que hay colas cada día en el bar de la estación, por lo que un alud de viajeros puede suponer una total anarquía de esperas e incluso enfrentamientos. Además, hay un único banco para tres personas en el interior de la estación en el que los viajeros se puedan sentar. El vestíbulo es pequeño, con diversos tornos que regulan el acceso a la zona de vías. En el exterior hay más bancos, pero al sol, en verano; y bajo la lluvia, en invierno.
Otro problema que preocupa es el de la seguridad. Sant Vicenç es una estación conflictiva en la que son habituales las peleas, agresiones y desórdenes. Renfe pone vigilancia privada normalmente con dos profesionales, aunque en fechas señaladas los incrementa.
La seguridad
Explican los usuarios que es habitual la llegada de personas que salen de una discoteca cercana y no lo hacen en las mejores condiciones, por lo que son motivo de conflictos. El alcalde de El Vendrell explica que en las reuniones mantenidas con Renfe, la compañía se ha comprometido a reforzar la seguridad, que ahora, de manera habitual, cuenta con al menos dos efectivos fijos durante todo el día.
¿Y en el entorno? Martínez señala que se reforzará la presencia de la Policía Local.