Son historias de desesperación. De impotencia. De nervios. De probar suerte para coger un tren unas cuantas horas antes para llegar a Barcelona a una cita médica, al trabajo, a clase...
«No hace falta que la URV estudie si la situación afecta a la estabilidad psicológica... ya se lo decimos nosotros: desquicia. Es una situación de nervios total», explica una usuaria de la R2 Sur que ayer protestaba en la concentración en la estación de Segur de Calafell.
El Baix Penedès es la comarca que más crece en Catalunya. Calafell y Cunit entre los municipios que multiplican su población cada año. Y miles de esos ciudadanos deben desplazarse a Barcelona a diario por motivos laborales, formativos y de salud.

Y el tren debería ser el medio más efectivo, rápido y económico. «Pero qué tenemos: inseguridad, caos y retrasos diarios sin justificación», señala David, de laPlataforma per un Servei Digne, que organizó la concentración en la estación de Segur de Calafell.
Y eso que el manual del ferroviario en su primer punto habla de seguridad, eficacia y puntualidad.

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Unos centenares de usuarios se concentraron frente a la estación. No tenían permiso para llevar la protesta al interior de las instalaciones ferroviarias. Y se respetó. Sólo al final de la concentración un grupo accedió al andén y abucheó aun tren que pasaba.
La Plataforma per un Servei Digne pidió que no se entrase a la estación. Policía Local y Mossos hablaron con los vecinos para que saliesen. Lo hicieron, pero es que la indignación es mucha. Y a diario.

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«La gente que coge el tren cada día, los que sufrimos la precariedad, hemos llegado al límite de nuestra paciencia». Las pancartas muestran esa indignación. Y la impotencia de no ver cumplidas promesas de soluciones.
Los miles de usuarios diarios de Sant Vicenç de Calders, Calafell, Segur y Cunit ven que muchas de las obras en infraestructuras están pensadas para el turismo como la estación de PortAventura o el acceso al aeropuerto. O para las mercancías, pero olvidan las necesidades diarias del ciudadano. «El sistema está colapsando y nadie lo admite», señalan.
Ayer en Segur de Calafell se explicaba retrasos para llegar al trabajo, a citas médicas, a clase... «Nuestra vida depende de un tren que debería ser el futuro y se ha convertido en una condena».
Es indignación. Incluso se aceptan los argumentos de Renfe de que no caben más trenes para aumentar las frecuencias o la saturación de entrada a Sants. «Pero por lo menos que lleguen puntuales y no sólo con tres vagones, que obligan a la mayor parte de viajeros a ir de pie».

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Pero además, «no sólo es que no ponen más trenes. Es que los quitan». Los tres primeros de la mañana han desaparecido.
Ha sido la primera movilización, pero los concentrados no descartan nuevas. En el comunicado que leyó el representante de la Plataforma per un Servei Digne señaló «el poco apoyo del PSC, en concreto de nuestro Ayuntamiento de Calafell, porque un día como hoy era para estar al lado de las vías».
Pero también señalan que los ayuntamientos piden alternativas como un bus entre el Baix Penede`s y Barcelona «y el Govern se ha negado».
Añaden el mal estado y problemas de accesibilidad a las estaciones.