Antoine de Saint-Exupéry era un hombre obsesionado con la aviación desde pequeño. Cumplió el servicio militar en las Fuerzas Aéreas francesas y trabajó como piloto comercial. En uno de sus vuelos, un día de marzo de los años treinta del siglo pasado, el autor del célebre libro 'El Principito' se vio obligado a realizar un aterrizaje forzoso en una playa de Vandellòs i l’Hospitalet del’Infant debido a las fuertes rachas de viento. Con pericia, depositó en la arena su avión, un biplano bimotor de la arerolínea francesa La Aeropostale, sin sufrir ningún desperfecto.
Los tres ocupantes, Saint-Exupéry, su copiloto y el mecánico, salieron airosos. Volaban desde el aeropuerto de Biaignac (Tolouse) hasta Casablanca (Marruecos) para realizar el servicio postal. El abogado y economista tarraconense Francisco Merelo Barberà Beltrán rememoró este episodio en el Diari de Tarragona del 27 de junio de 2004, en un artículo titulado El día que conocí a Saint-Exupéry en Vandellòs: «Mi padre unía a su actividad de consignatario de buques la de ser el vicecónsul de Francia y yo era el canciller de dicho consulado. Por ello, fui avisado un día por la Comandancia de la Guardia Civil de Tarragona de que el puesto que tenía en Vandellòs le anunciaba el aterrizaje forzoso y que, además, el piloto requería de nuestros servicios lo más pronto posible».
Merelo salió inmediatamente hacia allí a bordo de un vehículo Hispano-Suiza conducido por el Sr. Juanós, su ‘taxista’. Tras evaluar la situación, acudieron a un mesón cercano, donde compartieron mesa con Saint-Exupéry, su copiloto, el mecánico, dos judíos de Tánger, un empleado de La Poste y el comandante del puesto de la Guardia Civil.
«Mientras saboreábamos un suquet amb escamarlams mollets, acompañado con un ligero vino blanco de barril de la Ribera d’Ebre, fue desligándose la lengua del gran escritor. Yo estaba embelesado con su cantarín francés-lionés puro. Nos contó la magia y el embrujo de las puestas de sol y de su levante, a ellos tan acostumbrado», relata Merelo. El abogado tarraconense le habló del chartreuse de Tarragona. «(Saint-Exupéry) conocía la marca Tarragone, pero no la libaba debido a su alto grado de alcohol».
El escritor y aviador francés retomó su viaje después de haber descansado en la carlinga –cabina de la aeronave–. El viento había cesado. «Con un efusivo adiós nos despedimos, realizada por él la parada obligada y por nuestra parte ofrecida la ayuda debida», apunta Merelo.
«Volví con Juanós y su magnífico Hispano-Suiza a Tarragona, recordando lo acontecido, que recreé más tarde al leer parte de las obras de Saint-Exupéry y al tener conocimiento de su accidente en 1944», añade.
Saint-Exuperý falleció en 1944 al estrellarse el avión en el que volaba para recoger información para la inteligencia sobre los movimientos de las tropas alemanas en el valle del Ródano antes de la invasión aliada del sur de Francia. El 31 de julio de ese año, a las 8.45 horas, despegó de una base aérea en Córcega (Francia) a bordo de un Lightning P-38 sin armamento y con una autonomía de vuelo de seis horas. Como no regresó, a las 13.00 horas el comandante de la escuadra advirtió a los radares acerca de su desaparición. A las 14.30, el avión se dio por perdido.
Las primeras especulaciones apuntaban a un accidente, aunque la aeronave podría haber sido derribada. En 1998 un pescador encontró cerca de la isla de Riou (a unos 20 kilómetros al sureste de Marsella), una pulsera de plata de identidad con el nombre de Saint-Exupéry y de su esposa Consuelo Suncin. Y en 2008, el periodista alemán Horst Rippert, de 85 años y expiloto de la Luftwaffe (fuerza aérea nazi), narró a La Provence, un periódico de Marsella, que atacó y derribó un P-38 Lightning el 31 de julio de 1944 en la zona donde se encontró el avión de Saint-Exupéry.
75 aniversario del libro
‘El Principito’ ha cumplido 75 años. Se publicó por primera vez el 6 de abril de 1943, tanto en inglés como en francés, por la editorial estadounidense Reynal & Hitchcock. Saint-Exupéry, piloto militar al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, escribió e ilustró el manuscrito mientras se encontraba exiliado en los Estados Unidos tras la batalla de Francia. Se trata de un cuento poético en el que un piloto perdido en el desierto del Sahara, después de que su avión sufriera una avería, conoce a un pequeño príncipe proveniente de otro planeta. La historia incluye críticas sociales dirigidas a la «extrañeza» con la que los adultos ven las cosas.