Dicen que la colonia ferroviaria de Sant Vicenç de Calders huele a eucaliptos. Porque varios majestuosos de esos árboles forma parte del conjunto de barracones que acogieron a los trabajadores del tendido ferroviario.
Incluso la presencia de esos árboles está rodeada de leyendas. Y los vecinos sienten a esos ejemplares como propios y símbolo del barrio. Varias generaciones han descansado bajo su sombra.
Explican que el origen de eucaliptos junto a los barracones de la colonia es porque hace décadas una vecina tenía problemas de salud y respiratorios y se creyó que con el olor de esos ejemplares podría mejorar. Y por esos os plantó la familia.
En todo caso es de antes de la Guerra Civil. De los años 20 ó 30. Otra explicación es la de que el eucaliptos es el árbol más indicado para desecar un terreno y que cuando comenzó a construirse la colonia podría haber habido lagunas que hiciesen difícil vivir allí.
Uno de esos majestuosos árboles ha caído al suelo. No ha causado daños personales, pero su pérdida se ha sentido en la colonia. Faltará algo en la postal.
No se saben los motivos de la caída porque los vecinos señalan que no estaba enfermo. Era el árbol de la curva, explican. Y temen que algún coche haya impactado y provocado la caída.