Debe ser un gran parque central que aúne una función ambiental para crear espacios de sombra, absorber el CO2 y también ser un punto de encuentro social para ocio y deporte además vertebrar las diferentes zonas de la ciudad.
El parque del Botafoc de El Vendrell, con unas 5 hectáreas, es un proyecto del que se habla hace años por su prevista funcionalidad estratégica. Ahora el Ayuntamiento dispone de un anteproyecto que incorpora las aportaciones que realizaron en 2017 los vecinos de los elementos que debería esa gran zona verde y de recreo.
Ese es el proyecto con el que se va a trabajar, aunque sólo es un primer paso. Ahora debe redactarse un proyecto definitivo, la tramitación necesaria, adjudicación, que tendrá un coste de algo más de un millón de euros y las obras. El alcalde Kenneth Martínez considera que podría ser una realidad en la próxima legislatura.
El parque del Botafoc mantendrá las dos alturas que tiene el terreno. La inferior ahora es un solar de tierra utilizado como aparcamiento y en la superior, donde destaca la histórica torre de defensa de la guerra carlista hay árboles y matorrales.
El parque debe ser esencialmente un pulmón con áreas arboladas con especies de grandes copas y bajo ellas lograr un sotobosque para buscar la naturalización lógica del clima mediterráneo. El arbolado en una ciudad permite regular la temperatura, depura el aire y es una manera de luchar contra el cambio climático en el lugar donde se genera más dióxido de carbono.
El parque contará con caminos para actividades deportivas o para personas invidentes, áreas de juegos infantiles y juveniles, una plaza para actos públicos y conciertos, zonas de skate, áreas de picnic y sobre todo arboladas.
Destaca la instalación de un gran tobogán que permitirá descender de la parte superior del parque a la inferior, además de un rocódromo.
La concejal de Medio Ambiente, Nuria Rovira, destacó que ese gran parque debe ser, además de su función social, «un refugio climático verde que en el centro histórico es imposible lograr».
En este sentido el neurobiólogo vegetal Stefano Mancuso señala en su libro ‘La planta del mundo’ que «de cómo imaginemos la ciudad en los próximos años dependerá en gran parte nuestra supervivencia».
Más allá de la función del arbolado para ralentizar el calentamiento global los estudios en las ciudades con más superficie arbolada demuestran que mejora la calidad de vida, aumenta la sociabilidad y baja la delincuencia.