Los expertos del ámbito de la infancia coinciden en que la lucha contra el acoso, ese monstruo de mil cabezas debe dirigirse desde dentro de los colegios. Actualmente afecta al 15 por ciento de los estudiantes en España y sólo dos de cada diez casos se llegan a investigar en los centros.
Casi mil hechos graves -954- se denunciaron en 2018 ante las Fuerzas de Seguridad del Estado, según datos del Ministerio del Interior facilitados a Efe, algo menos que el año anterior -cuando se registraron 1.054 denuncias de delitos de acoso escolar-. Más de la mitad de los hechos (el 55,3 %) fueron lesiones, seguido de amenazas (18,7 %) y trato degradante (6,2%).
No hay casi diferencias por sexos a la hora de sufrir el acoso en las aulas. De los hechos denunciados, el 49,1 % las víctimas fueron chicas y el 50,9 por ciento, chicos.
«Hay que formar a los profesionales que trabajan con los niños para que puedan identificar la violencia y cuando ya ocurre, poner en marcha protocolos obligatorios en todos los centros y medidas de carácter educativo y terapéutico que acompañen tanto a las víctimas como a los agresores, entendiendo que son niños que deben darse cuenta de la consecuencia de sus actos», plantea Álvaro Ferrer, de Save the Children.
El teléfono que puso en marcha el Ministerio de Educación para atender estas situaciones ha detectado 5.557 posibles casos en un año, de los que la mayoría -siete de cada diez- llevaban produciéndose meses o años y más de mitad de las víctimas lo sufría prácticamente a diario.
Los padres fueron los que alertaron de esos casos (el 79%), ya que sólo el 3,8 % de los menores agredidos se atrevieron a visibilizarlos.
«Hay que actuar dentro de los centros educativos y trabajar con el grupo entendiendo que el acoso y el ciberacoso no es solo un problema de las víctimas y de los agresores, y preparar a toda la clase para que no se tolere la violencia», reclama el experto de esta organización de defensa de la infancia, coincidiendo con el Día contra el Acoso Escolar.
Crear entornos protectores en las aulas para que ante el más leve indicio «todo el mundo actúe y no se tolere ningún tipo de violencia», insiste, y para ello son decisivos los protocolos «que garanticen la confidencialidad y eviten que se revictimice a los menores».
La batalla preventiva debe comenzar en la etapa infantil, «enseñando cómo relacionarse con otros niños y a gestionar sus emociones». De los casos alertados en el teléfono de Educación -900 018 018 -gratuito, confidencial y operativo las 24 horas- casi la mitad de los niños tenían entre 10 y 13 años.
«Es decisivo detectar el acoso en las primeras etapas, porque luego se intensifica y se agrava la frecuencia», argumenta la directora del Teléfono Anar, Diana Díaz, quien lamenta que cuando se acude a ese servicio, la mayoría de las situaciones «están muy cronificadas y agravadas».
Y en ese nivel del acoso, incide en la necesidad de que los colegios «colaboren sin reserva» con la inspección educativa, la fiscalía de menores, las Fuerzas de Seguridad del Estado y los servicios sociales y de salud. «El primer paso debe darse desde el centro escolar, la familia o el menor», señala Díaz.