Don Felipe y doña Letizia acudirán al funeral de Isabel II el próximo lunes 19 de septiembre en Londres, según confirmaron este mismo lunes desde la Zarzuela. La invitación verbal, emitida por el Ministerio de Exteriores británico, también incluye a don Juan Carlos y doña Sofía, que aún no han comunicado su «decisión personal».
La invitación se cursó también a Bélgica, Dinamarca y Países Bajos y en ella se especifica que está dirigida a los jefes de Estado y antiguos jefes de Estado y esposas o esposos de dichos países, así como también al príncipe heredero de Dinamarca, Federico de Dinamarca.
Por esta razón, la invitación se extiende a don Juan Carlos y doña Sofía, a quienes Zarzuela les ha remitido la información.
Cabe recordar que el anterior monarca tiene una causa pendiente con la justicia británica. A mediados de julio, el Tribunal de Apelaciones de Reino Unido decidió permitir a don Juan Carlos que recurra la decisión inicial de un juez de no reconocerle inmunidad alguna frente a la demanda presentada por su ex amiga íntima Corinna Larsen por acoso, lo que permitiría a este frenar las acciones civiles emprendidas por la empresaria.
Lazos familiares Don Felipe mantenía una estrecha relación con Isabel II, a la que cariñosamente llamaba «tía Lilibet», como hacen el resto de miembros de la familia real británica y como quedó de manifiesto en el mensaje de condolencias que él y la reina Letizia enviaron a la soberana tras la muerte de su marido, el duque de Edimburgo, en 2021.
A ambas casas reales les unen lazos de sangre. Los padres de Felipe VI, don Juan Carlos y doña Sofía, son tataranietos de la reina Victoria de Inglaterra, como también lo es Isabel II y lo era su marido.
El cortejo hacia St Giles
El cortejo fúnebre con los restos de la reina Isabel II salió este lunes del palacio real de Holyroodhouse, en Edimburgo, hasta la catedral de St. Giles, donde el ataúd permanecerá hasta que mañana, martes, sea llevado a Londres, de cara al funeral de Estado el día 19 en la Abadía de Westminster.
Por detrás del féretro, cubierto con el estandarte real de Escocia y una corona de flores, van a pie el rey Carlos III, la princesa Ana; el duque de York, Andrés, y el conde de Wessex, Eduardo, los cuatro hijos de Isabel II y el duque de Edimburgo, en un ambiente de respetuoso silencio de la gente congregada en el lugar.
El coche fúnebre, que avanza detrás de dos policías montados a caballo, va flanqueado por guardias del Regimiento de Escocia, con sus faldas tartán y sus boinas escocesas.
Por detrás de los cuatro hijos de la reina, camina el vicealmirante Tim Laurence, marido de la princesa Ana.
El rey lleva uniforme ceremonial con rango de mariscal de campo, mientras que la princesa Ana viste su uniforme de almirante, el príncipe Andrés chaqué con sus medallas y condecoraciones, en tanto que el príncipe Eduardo viste uniforme de coronel honorario.
Más atrás viajan en el coche real la reina consorte, Camila, y la condesa de Wessex, Sofía, esposa del príncipe Eduardo.
A la salida del palacio, se escuchó el sonido de una gaita mientras el ataúd era colocado en el coche fúnebre.
La corona, en la que predomina el color blanco, está formada por fresias blancas, crisantemos, brezos, cardos, romero, flores de hebe y de pitosporo.
A ambos lados de la avenida Royal Mile, por donde transita el cortejo, miles de personas, que desde muy temprano ocuparon sus lugares detrás de las barreras levantadas por la policía, sacaban fotografías con sus teléfonos móviles pero nadie aplaudía.
En St. Giles, un templo de estilo gótico que se erige en el casco histórico de Edimburgo, se instaló la capilla ardiente para que los británicos pudieran dar el último adiós a la reina.