Cuando uno mira los ojos de Fernando sabe que no va a olvidarlos en toda la vida. Esos ojos rojos, arrasados. Difuminados por la falta de sueño y la preocupación de qué va a ser de su vida. El hombre se coloca la mano en visera ante los ojos para protegerse del sol. Al fondo, un coloso de hormigón aún ardiente y humeante. Las dos torres de viviendas de Campanar viven un rebrotar de las llamas en la parte recayente a Maestro Rodrigo.
Fernando señala. «Sí, esa era mi casa. Yo estaba ahí. Empecé a escuchar gritos y bajé por el ascensor. Ya sé que eso me podía haber costado en la vida, porque dicen que nunca hay que coger el elevador cuando hay un incendio. Pero no pensé. Lo he perdido todo, pero al menos estoy vivo», relata el hombre de unos 50 años.
A su lado está Virginia. Otra mujer con su vida arrasada por las llamas. Una mujer superviviente. «Ya, Fernando, pero es que en ese momento no piensas». Los dos vecinos se intercambian teléfonos, y empiezan a preguntarse dónde acudir para rehacer sus documentos, para tener un lugar donde vivir. Para tener una vida.
Aunque con un drama enorme por delante, ellos han corrido mejor suerte que las nueve víctimas mortales a los que ya se eleva la tragedia. Una cifra que fue fluctuando durante este viernes. A última hora de la mañana, el recuento subió de los cuatro de la madrugada del jueves hasta siete víctimas mortales. El resultado de dar por fallecidos a un matrimonio y a sus dos hijos y a una pareja de ancianos.
La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, compareció alrededor de las cinco de la tarde. Entonces señaló que la cifra de fallecidos se elevaba a diez. Bomberos y Policía daban por cerrada la búsqueda de desaparecidos, al tener ya localizados a todos los residentes en la vivienda, o bien como supervivientes o bien como fallecidos.
Dos cuerpos en lugar de uno
Pero la investigación dio un nuevo giro poco antes de las ocho de la tarde. «En el proceso de identificación de los cuerpos localizados en el interior del edificio, la brigada científica de la Policía Nacional ha determinado que el número de cuerpos hallados hasta el momento son nueve», señaló un comunicado oficial enviado por el Gobierno. Y de nuevo la angustia de una familia sobre la mesa. Otra vez una persona como desaparecida y a la que localizar.
Según fuentes del caso, el severo impacto de las llamas sobre los cuerpos hizo que uno de los cadáveres quedará muy afectado, por lo que los agentes lo contabilizaron inicialmente como dos personas fallecidas. La posterior labor de la Policía Científica determinó al final nueve víctimas mortales.
Ese será este sábado el objetivo principal de la Policía Nacional. Regresar de nuevo al interior del infierno de Campanar (ya con las llamas totalmente sofocadas y la estructura enfriada, además de sin riesgo de derrumbe) y dar con el cuerpo de este desaparecido. Las esperanzas de encontrar con vida a este vecino son prácticamente nulas, como señalaron fuentes del caso.
Los especialistas de la Policía Científica tienen sobre la mesa otra labor: determinar qué ocurrió para que se iniciara el fulminante incendio. Los agentes se centran aún en las labores de localización e identificación de los fallecidos. Luego indagarán en el por qué de las llamas.
Fallo eléctrico
El fuego parece que se inició en el toldo del apartamento número 86, donde no reside nadie. La Policía Científica, que aún no ha inspeccionado la vivienda en la séptima planta, está visionando todas las fotos y vídeos difundidos, en redes sociales y grupos de WhatsApp, de los primeros momentos del incendio para arrojar luz sobre las causas del incendio.
Cuando esté clarificada la labor de identificación de los cuerpos se pasará a aclarar las causa del siniestro. En un principio se barajó como hipótesis un fallo eléctrico, pero es algo que debe determinar la Policía Nacional y el informe de los Bomberos tras sofocar las llamas.
En cualquier caso, la causa ya está en los tribunales. La justicia ya está manos a la obra para depurar responsabilidades. ¿Tuvo algo que ver la composición de la fachada para el veloz avance del fuego? ¿Funcionaron cómo es debido los sistemas de seguridad de los dos bloques de viviendas? ¿Estaba bien diseñado el complejo para una salida de emergencia de esta magnitud? Son algunas de las respuestas que deberá trazar la titular del Juzgado de Instrucción número 10 de Valencia, quien este viernes abrió diligencias previas «para investigar las causas y circunstancias del incendio».
El caso se abrió inicialmente por cinco fallecidos (la cifra que se daba por confirmada por la mañana), pero acabará elevado a nueve o diez, dependiendo del transcurrir del proceso de localización del desaparecido.
La magistrada tomó esta decisión tras recibir un avance del atestado policial. Además, ha declarado el secreto de las actuaciones durante al menos el próximo mes, como detalló el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana.
Mientras, en la 'zona cero' de la tragedia, en el Puesto de Mando Avanzado, una nube de cámaras y fotógrafos se arremolinaba para atender a las declaraciones de los diferentes responsables políticos. Hasta una televisión italiana que recibió una llamada de Giusseppe Grezzi, como se pudo ver en la pantalla. El exconcejal del Ayuntamiento de Valencia se dejó ver en el lugar para saludar a sus compatriotas.
Sin medidas
Rodeado por una nube de escoltas compareció también el presidente del Gobierno. Pedro Sánchez saludó a los efectivos de los bomberos, Policía Nacional y Local, Cruz Roja y la Unidad Militar de Emergencias desplegada en apoyo en las labores de extinción (este viernes ya se retiró de nuevo de vuelta a sus bases). Mensajes de ánimo y apoyo a las administraciones valencianas. Pero ninguna medida concreta anunciada.
Mientras, en el escenario del drama se sucedían las escenas de supervivencia. De alegría pero al mismo tiempo de dolor. Como la de Fernando y Eva. Ellos vivían justo encima de la vivienda en la que se inició el siniestro. Ellos son la viva imagen del milagro. De salir de una ratonera: la de residir justo encima de la chispa que prendió el infierno. «Estábamos durmiendo y de repente empezó a oler como a incienso. Vimos el fuego y salimos corriendo».
La pareja salió con lo puesto. Y con su perrita. Hasta la mascota salió sana y salva. «Bajamos en el ascensor y por suerte estamos vivos», explicaban los dos vecinos desde casa de unos familiares, donde se han alojado hasta saber qué hacer con su futuro. Más de un centenar de personas están ahora mismo en hoteles, auspiciados por el Ayuntamiento de Valencia.
Mientras, en el tradicional barrio de Campanar, entre sus callejuelas estrechas entre casas bajas encaladas, los vecinos seguían mirando con desconfianza al coloso aún en llamas por la mañana. Como Bárbara. Ella vive a más de 200 metros del siniestro, pero el jueves pasó miedo. «Salían despedidas planchas de hierro ardiendo de la fachada, y mira si cortan», indicaba mientras mostraba una recogida en el suelo. Ennegrecidas y con restos del interior sintético que parece haber hecho de mecha en el desastre. Al lado se rasca la cabeza Fernando. Con los ojos cada vez más rojos. Fuma distraído mientras sigue mirando allí donde «está« su saca. Donde estaba. Más tarde se sentará a calmar las penas mientras apura una cerveza con unos amigos. «No sé qué voy a hacer con mi vida». Al menos tiene una para rehacerla.