-¿Cómo se define?
- Soy forjador artístico y trabajo tanto la escultura decorativa como la funcional. De muy joven sentí pasión por la forja, cosa que me llevó a escoger estudios técnicos relacionados con el metal, así me gradué como técnico de las Construcciones Metálicas en la Universidad tecnológica en Chile. Empecé a desarrollar mis proyectos de forja, primero en Chile, pero fue en Irlanda donde se consolidó mi aprendizaje técnico y artístico.
-Después llega a Andalucía...
- Sí, me trasladé allí para buscar más experiencia y estilos que eran nuevos para mí. Para abrirme a otras formas y conceptos de hacer forja me fui a Sudáfrica. Siempre he visto en la forja un lenguaje universal, igual que la música, el hierro está hecho para derrumbar las fronteras y no para plantar vallas.
-¿Cómo conoce la forja catalana?
- En 2001, cuando estaba trabajando en una de las empresas más importante de la forja artística en Irlanda, nos llegó un encargo de hacer un bar en Temple bar en Dublín, y tenía que ser del estilo modernista relacionado con La Casa Milà -La Pedrera-. Se me propuso investigar este proyecto al hablar español y es donde supe que existía un movimiento modernista originado en Catalunya.
¿Qué le atrae de ella?
- La actitud de rechazo ante el pasado y que realizan enormes esfuerzos para buscar caminos nuevos en el arte. El espíritu de protesta de los modernistas se traduce en un afán de buscar nuevas formas estéticas. Esta continúa búsqueda de la belleza por sí misma, de lo exótico, lo exquisito, lo perdurable y el arte como única finalidad.
-¿Cuando vino a Catalunya?
- Creo que en 2006. Fue cuando se me acabó el tiempo permitido para estar en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, donde estaba aprendiendo el estilo orgánico y étnico, que era el más influyente de aquel momento. Se me dio la oportunidad de trabajar en una empresa de forja en el Penedès y me trasladé a Catalunya en busca de experimentar la forja catalana y su historia, pero al llegar me di cuenta que ya no existía la continuación del conocimiento de este oficio histórico catalán.
-Está trabajando en una reproducción del gran dragón de Gaudí de la puerta de la finca Güell...
- Aunque sea una reproducción, la verdad es que poder hacer el dragón de Gaudí es el sueño de cualquier forjador artístico. A nivel de oficio tener un proyecto de semejante envergadura conlleva en sí mismo un desafío tremendo, una puesta a prueba de los límites y las capacidades. Es un reto muy interesante.
-¿Le queda mucho para terminar?
- Ya tengo la gran mayoría de las piezas fabricadas, he comenzado con la construcción de la cabeza y ahora estoy con el armado de la puerta. Hasta el momento, llevo seis meses, porque hay que tener en cuenta que la original se realizó durante un año y existía mucha mano de obra cualificada, en cambio yo estoy solo realizándolo y en infraestructura tengo lo básico para realizarla. Lo más importante es que me guste el resultado .
-¿Dónde estará la obra cuando la acabe?
- Cumplirá la misma función que la original, será la entrada de una finca particular en Móra d’Ebre.