Este domingo se han cumplido 42 días desde la erupción del volcán de Cumbre Vieja el pasado 19 de septiembre, los mismos que duró la del San Juan en 1949, y el de ahora parece que tiene fuerza para continuar por un indeterminado tiempo más arrojando material magmático sobre el Valle de Aridane.
La erupción del volcán de San Juan se caracterizó por ser también de tipo estromboliano, erupciones que alternan fases explosivas con periodos de calma, en las que se liberan grandes cantidades de piroclastos y lava, explica Francisco Govantes Moreno, biólogo y espeleólogo en su libro "La Cueva de Las Palomas".
En ese libro, Francisco Govantes aborda las singularidades del tubo volcánico creado en aquella erupción y que ahora puedes ser visitado por el público explotado como recurso económico.
Govantes señala que en 1949 los "intensos terremotos registrados semanas antes, dieron paso a una fisura eruptiva de dos kilómetros de orientación noroeste-sureste, que determinó que la aparición de las bocas superiores actuasen como conductos de desgasificación, con potentes explosiones, mientras que las inferiores fueron básicamente efusivas con emisión de abundantes lava fluida".
Esta descripción coincide con lo acontecido con el actual volcán de Cumbre Vieja, salvo que la fisura se ha presentado a una cota mucho más baja, arrojando la lava sobre un terreno con menos inclinación, lo que se conoce como el Valle de Aridane, una explanada creada por las primeras erupciones volcánicas de formación de esta parte de la isla.
"En aquella aparatosa erupción del San Juan no se lamentaron pérdidas de vidas humanas, aunque las pérdidas materiales fueron muy importantes, con docenas de edificaciones, fincas e infraestructuras destruidas", relata Francisco Govantes.
El San Juan generó dos coladas, la del Duraznero y la del Llano del Banco.
La primera discurrió hacia la vertiente este de la isla, sobre el municipio de Mazo y no llegó al mar, mientras que la segunda lo hizo sobre Las Manchas, al oeste, y desembocó en el mar formando el delta lávico de Las Hoyas, hasta hoy cultivado de plataneras, fruto de la transformación que se hizo con mucho esfuerzo por los agricultores plataneros.
La colada de Mazo transcurrió por el ahora conocido como barranco de la lava, sin causar más daño que el corte de alguna carretera.
El actual volcán de Cumbre Vieja está generando una más que importante riada de lava que se extiende a lo largo y ancho de los barrios de Todoque y La Laguna, ocupando en sus 42 días de erupción casi 1.000 hectáreas de territorio, y sepultando en torno a unas 2.000 edificaciones, entre viviendas y almacenes agrícolas.
"Los efectos de este volcán para la población son de catástrofe. Los daños son muy elevados y nunca antes lo hubiéramos imaginado", señala Govantes.
"La colada donde se formó la Cueva de Las Palomas, fue la que bajó por Las Manchas, sobre una cota de 500 metros de altitud, dando lugar a un espectacular tubo volcánico de alto valor geomorfológico y paisajístico, catalogado como Espacio Natural Protegido, y hasta ahora aprovechado como recurso turístico y educativo", indica el experto en espeleología.
"Por supuesto tendremos que esperar a que finalice la erupción para hacer una valoración de daños totales, cosa que nos preocupa mucho a los palmeros, pero también para conocer la importancia científica que desde el punto de vista geomorfológico nos dejará el volcán y sus coladas, que supondrá un alto valor incluso desde el punto de vista económico para la Isla", concluye Govantes.
En 42 días de erupción el paisaje del Valle de Aridane ha cambiado por completo, de forma que ahora un amplio manto de densa lava negra cubre lo que eran tierras fértiles forjadas con el paso de los años.
El volcán de San Juan apenas generó impacto, y, tal y como se ha dicho, incluso favoreció la aparición de nuevas oportunidades para los habitantes de la zona.
La herencia del actual volcán aún está por definir, de momento se contabiliza por la sociedad de enormes pérdidas económicas que arrastran un futuro incierto para los miles de afectados, pero también puede suponer una oportunidad para reconducir un modelo de vida diferente en toda su zona, donde la oscura lava pueda formar parte actividad de una nueva actividad socioeconómica más sostenible y en consonancia con la misma naturaleza que la ha generado.