La historia de Benjamín León, el empresario cubanoamericano de 80 años elegido por Donald Trump como nuevo embajador en Madrid, parece sacada de un cliché hollywoodiense. «Nació en Cuba y emigró de la isla a los 16 años con sólo cinco dólares en el bolsillo, y logró convertir su empresa, Leon Medical Centers, en un increíble negocio», destacaba el presidente electo de los estados unidos, que aplaudió la labor filantrópica, siempre vinculada al ámbito sanitario, de este destacado donante del partido republicano.
León debe aún recibir el visto bueno del Senado, sin que exista un calendario prefijado para este tipo de tramitaciones, aunque allí los republicanos tienen mayoría, por lo que no debería haber problema con el nombramiento. La Cámara Alta tendrá en primer lugar como prioridad, sin embargo, solventar la confirmación de la primera línea política de Trump, que tomará posesión de nuevo como presidente el 20 de enero. Por lo que el nuevo encargado de la legación estadounidense en España no asistirá al tradicional ceremonia de presentación de cartas credenciales que presidirá Felipe VI el próximo miércoles.
El empresario ocupará un puesto que actualmente lleva seis meses vacante por la retirada de la anterior representante, Julissa Reynoso, nombrada por el presidente saliente, Joe Biden, al principio de su mandato. La abogada neoyorkina -dominicana de nacimiento- se reincorporó en julio al despacho de abogados Winston & Strawn, justo al comienzo de la campaña electoral.
Ya en su primera etapa en la Casa Blanca, el magnate republicano recurrió a una persona procedente del ámbito empresarial, Duke Buchan, para representar los intereses de Estados Unidos ante España y Andorra. Ahora la incógnita -y la preocupación en Moncloa y la UE- es el rumbo que Trump marque en su política exterior con respecto a Ucrania y la OTAN, que pueden condicionar la relación trasatlántica.