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Benedicto XVI, el papa teólogo que no consiguió vencer a ‘los cuervos’

Aunque dijo siempre que se retiró tras ocho años en el cargo porque le fallaban las fuerzas, a Ratzinger le pesó la imposibilidad de acabar con el poder de la Secretaría de Estado

01 enero 2023 21:17 | Actualizado a 02 enero 2023 16:00
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A pesar de que su pontificado fu determinante para la Iglesia, Benedicto XVI, el papa teólogo fallecido a los 95 años, pasará a la Historia como el pontífice que renunció, lo que no ocurría desde Celestino V en 1294. Y en los casi diez años transcurridos desde entonces, la gran pregunta ha sido qué le empujó a hacerlo.

El propio Joseph Ratzinger (Marktl, Alemania, 1927) resumió sus ocho años de pontificado tras su renuncia: «Hubo días de sol y ligera brisa, pero también otros en los que las aguas bajaban agitadas, el viento soplaba en contra, y Dios parecía dormido», dijo, en alusión a ‘los cuervos’ que remaron en su contra dentro de la Iglesia.

Benedicto XVI prometió estar «oculto ante el mundo» en el retiro que se impuso tras su renuncia en 2013, pero su silencio roto causó algunos problemas en la inédita convivencia entre los dos papas.

El papa conservador, guardián de la ortodoxia católica, eurocéntrico y álgido teólogo, se presentó el 19 de marzo de 2005, tras el primer cónclave del siglo XXI, como «un simple y humilde trabajador de la viña del Señor».

Tras su renuncia, se refugió en el monasterio Master Ecclesiae, donde vivió casi dos décadas

Nacido en el seno de una modesta familia bávara, Ratzinger formó parte a los 14 años de las Juventudes Hitlerianas, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la participación era obligatoria, aunque sus padres, un policía y una cocinera, siempre se opusieron al nazismo.

Tras estudiar Filosofía y Teología, fue ordenado sacerdote en 1951, antes de convertirse en catedrático de Dogma y ofrecer una contribución como experto en el Concilio Vaticano II (1962-1965) que le hizo destacar. Elegido papa a punto de cumplir 78 años, sobre sus hombros no sólo tuvo que soportar el peso de la Iglesia sino sustituir al emblemático Juan Pablo II, que gobernó la Iglesia 27 años y del que fue su mano derecha como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, durante 24.

Vatileaks y otros escándalos

Su faceta de hombre humilde y disponible, llegó ya en la primera homilía de su pontificado: «Mi programa de gobierno es no hacer mi voluntad y seguir mis propias ideas, sino ponerme junto con toda la Iglesia a escuchar la palabra y la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él».

Su papado estuvo, sobre todo, salpicado por el escándalo de los abusos contra menores cometidos por sacerdotes en diferentes países: se le acusó de haber sido «blando». Ademas, fue un papa rodeado de «cuervos», como demostró la filtración de documentos, conocida como Vatileaks, de su mayordomo, Paolo Gabriele, al que seguramente manipularon.

Aunque aseguró siempre que renunció porque le fallaban las fuerzas, el caso Vatileaks fue seguramente un eslabón más en la cadena que arrastraba, así como la imposibilidad de cambiar el poder de la Secretaria de Estado, donde anidaban «los cuervos», como los definieron los medios italianos, además de las malas prácticas del banco vaticano y las finanzas internas, con las que nunca pudo acabar.

Tras la renuncia, Benedicto XVI se refugió en el monasterio Mater Ecclesiae, donde vivió casi dos décadas de retiro dentro de los jardines del Vaticano. A pesar de su anuncio de permanecer «oculto al mundo», hubo momentos de convivencia entre ambos pontífices como su histórica aparición juntos en Castelgandolfo o su presencia en algunas ceremonias oficiadas por Francisco.

Y con el paso del tiempo, la presencia de Benedicto XVI se hizo más presente, lo que, para muchos, se trató de una manipulación del sector más conservador para usar al papa emérito contra Francisco.

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