«No siempre hemos estado saneados pero ahora sí. Pusimos orden y las cosas se empezaron a hacer como debían», cuenta Antoni Virgili, reelegido alcalde de Salomó, uno de los 69 municipios tarraconenses que no deben ni un euro al banco, según el último balance de Hacienda.
Son los primeros de la clase, alumnos aventajados en cuanto a solvencia financiera. El 37% de poblaciones de Tarragona pueden alardear de tener a cero la casilla de la deuda con el banco. Ese saneamiento hasta lo impoluto es cada vez más común. A cierre de 2017, había 55 consistorios en la provincia que no debían ni un euro al banco.
Un año antes, la cifra se quedaba en 43. Virgili, que acaba de iniciar su quinto mandato, hace algunas indicaciones: «Por encima de todo, lo básico es no estirar más el brazo que la manga, saber priorizar y decir: ‘Hasta aquí, sí, pero más allá no puedo’. Es gestionar como si llevaras tu casa, sin excederte».
El máximo representante municipal cree que «hay que ser cautos y no dejar las arcas de aquella manera para que lo solucione el que venga».
Durante 2018 hasta 14 municipios pasaron a engrosar la lista de los saneados en Tarragona, hasta configurar esos 69. Ahí se incluyen El Catllar, Banyeres del Penedès, El Masroig, Barberà de la Conca, Riudecanyes, Vallmoll, Vilanova de Prades o Vinebre. Otras poblaciones como L’Aleixar, Botarell, Cabra del Camp, Conesa, Constantí, Els Garidells, Pontils o Vallclara también forman parte de esa relación de localidades sin deudas.
Buena parte de esos pueblos destacaron en su momento por un mesurado gasto, siempre acorde a los ingresos. Mientras otros derrochaban, ellos no se volvieron locos ni siquiera en la época en la que el dinero solía entrar a espuertas. En ocasiones, son los ingresos extra procedentes de una fábrica o una instalación determinada los que han mantenido las cuentas saneadas a lo largo de los años.