Dos de las voces más críticas durante la presentación del plan de alternativas de cara al corte de vías fueron la de la alcaldesa de Valls, Dolors Farré, y el alcalde de Roda de Berà, Pere Virgili. Ambos pusieron encima de la mesa la necesidad de mejorar las conexiones ferroviarias, teniendo en cuenta que durante las obras los convoyes de la R-15 serán desviados a través de La Plana-Picamoixons, lo que comportará un incremento de circulaciones por estos municipios.
«Nos decían desde Renfe que había una única vía y, que, por tanto, no podían poner más trenes. Sorpresa, ahora, 20 años después nos dicen que nos pasarán más de 30 trenes, pero sólo pararán uno ida y otro de vuelta más», manifestó. Por eso, pedía que se detengan al menos siete u ocho trenes de los treinta que circularán por esta vía interior hacia Sant Vicenç de Calders.
Farré también lamentó que el tráfico de convoyes de mercancías pasará de diez circulaciones a 24 y que estas discurrirán «muy cerca de seis barrios». «Hace muchos años que sufrimos un agravio por culpa de unos servicios ferroviarios que no son buenos», argumentaba.
Desde el Ayuntamiento de Valls no se descarta «tomar medidas» si desde las instituciones afectadas no se toman medidas que comporten una mejora de los servicios a partir del 1 de octubre. Muchos de estos usuarios se desplazan a la estación de Camp de Tarragona, ya que Valls tan solo tiene tres frecuencias diarias con Barcelona. La Associació d’Amics del Ferrocarril de Valls está al lado del Ayuntamiento.