Pedro Sánchez dinamita el tablero político

Pedro Sánchez nos tiene acostumbrados a caer siempre de pie. Se le podrá acusar de muchas cosas, pero no de no atreverse a saltar al vacío sin comprobar antes si la seguridad del paracaídas ha sido revisada. O esta es la sensación que tenemos. Ayer, a poco más de 24 horas del inicio de la campaña para las autonómicas catalanas, en una carta de cinco páginas dirigida a toda la ciudadanía, nos explica que se toma cinco días de reflexión para decidir sobre su futuro político tras la apertura de diligencias contra su mujer, Begoña Gómez, por presunto tráfico de influencias y prevaricación, contra el criterio de la fiscalía. Pedro Sánchez amenaza con dimitir y de paso hace saltar –de nuevo– el tablero político por los aires. Las estrategias de campaña dejan de ser útiles, las previsiones, los ejes de narrativas políticas que ayer servían, hoy no tienen mucho sentido. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Hay tantas respuestas posibles que una sola editorial no alcanza a enumerarlas todas.

El pacto con Junts era un terremoto político que iba a tener consecuencias. La estulticia de la justicia española empecinada en complicarnos la existencia inventándose casos que no existen sólo para provocar un descalabro del gobierno, no iba a cesar y la corrupción del caso Koldo era un volcán en erupción... Quizás la alternativa de un órdago a la grande era la única posibilidad par Pedro Sánchez. Pero el riesgo de que se le hayan acabado las jugadas, es enorme. Millones de españoles sufren para llegar a fin de mes sin desfallecer en el intento. Los sueldos, los alquileres, el colapso de la sanidad, las infraestructuras y el incremento de la inseguridad, son la realidad. Este país necesita un gobierno, España necesita un gobierno y Catalunya necesita un gobierno. La derecha y la extrema derecha deben cesar en su empeño de que todo salte por los aires. No es cierto que cuando peor, mejor. Cuando peor, peor lo es para los de siempre.