La celebración del 1 de Mayo mantiene aún parte de su poder movilizador, pero no escapa a las transformaciones que están cambiando el ámbito laboral y las relaciones de trabajo en todo el mundo.
Así lo dejaba entrever el propio lema elegido este año para esta conmemoración: «Trabajar menos para vivir mejor con mejores salarios». Y es que una de estas transformaciones tiene mucho que ver con ese nuevo paradigma que aboga por favorecer la conciliación entre lo laboral y lo familiar y social y que propugna que hay que trabajar para vivir, en lugar de vivir para trabajar, de ahí que la reducción de la jornada fuera ayer esgrimida por los sindicatos como una prioridad.
El nuevo paradigma que propugna que hay que trabajar para vivir, en lugar de vivir para trabajar, acaparó el 1 de Mayo el protagonismo
Habrá que ver cómo se articula esta premisa con los cambios que impondrá –que está imponiendo ya– la irrupción de la Inteligencia Artificial, toda una revolución que no solo incidirá en la forma de producir y en los tiempos y métodos para hacerlo, sino que se llevará por delante miles de empleos –presumiblemente, los más manuales y menos cualificados– para dar paso a nuevas profesiones, un asunto que requerirá una gestión inteligente y solidaria para evitar que derive en conflictos sociales de consecuencias inimaginables.
Y en este sentido, también corren tiempos de cambio en lo que a la organización de los trabajadores se refiere. Los sindicatos tradicionales llevan años perdiendo afiliados, influencia y prestigio y han comenzado también a ver socavado el monopolio de la reivindicación, repartido en plataformas, redes y movimientos que nacen para afrontar problemas y situaciones concretas y que agrupan a determinados empleados en torno a sus intereses y luchas momentáneas, lo que rompe aquel principio de transversalidad y generalidad que tantas conquistas logró.
En todo caso, aún persisten demasiados motivos para seguir reivindicando el 1 de Mayo: precariedad, salarios bajos, desempleo, siniestralidad, desigualdad... y, sobre todo, entender que hay que trabajar para vivir, más que vivir para trabajar.