Óscar Pereiro Sío es uno de los mejores ciclistas españoles de la historia. Fue el quinto ciclista nacional que consiguió ganar el Tour de Francia y el primer español que lo hizo tras los cinco de Miguel Induráin.
El pontevedrés, peleador como pocos, se retiró en 2010 y, posteriormente, se pasó al fútbol para formar parte del Coruxo Fútbol Club, equipo que en aquel momento militaba en el grupo I de la Segunda División B española. Pereiro jugó con el filial, de la segunda división gallega.
Además, es tertuliano en el programa deportivo El chiringuito de jugones. Tras diez años sin disputarla, Pereiro afronta su tercera Titan Desert en Marruecos, una carrera que se disputará entre el 28 de abril y el 3 de mayo.
De vuelta en la Titan después de diez años. ¿Cómo lo vive?
Si te digo la verdad, no se me pasaba por la cabeza volver. En el 2020, estuve a punto de correrla con mi mujer, pero la pandemia lo truncó todo. Tenía esa ilusión y sigo teniéndola, así que nos queda pendiente. A partir de ahí, me llamó August Pascual [director del equipo y leyenda de la Titan] y me fue motivando a medida que me explicaba cómo tiene montado el equipo. Es la sensación más cercana a estar en un equipo catorce años después de mi retirada.
Sois 62 integrantes. Se reencuentra con muchos amigos. ¿Cómo les beneficiará esa química?
Yo creo que, para todos, el simple hecho de estar aquí, al lado de Miguel [Induráin], nos genera algo. Es como si estuviera siempre tres centímetros sobre el suelo. Al final, es el ídolo de muchos de nosotros. Lo hablaba con ‘Luisle’ y con Sylvain Chavanel, comentábamos ‘si nos dicen que íbamos a estar aquí con él en el mismo equipo, con el mismo maillot, es una pasada...’ A partir de ahí, cada uno tiene su objetivo.
¿Con qué objetivo personal va?
No tengo objetivo. Así como en 2011 y 2015 iba rápido y estaba con el grupo de cabeza, ahora mismo no. No estoy para ganar la Titan. Pero es verdad que, si me preguntas hace un mes y medio, igual te habría dicho ‘voy a disfrutar’... y, a medida que voy entrenando, veo que voy mejor. Voy a llegar mucho mejor de lo que yo creía.
El espíritu combativo siempre le ha definido.
El primer día saldré y veré dónde estoy. No me voy a ir a pasear e iré lo más adelante que pueda siendo consciente de que no soy profesional, que ya me dedico a otras cosas y que esto lo hago por placer. Pero si me ves el treinta en la general es que no he podido acabar el veinte.
Tiene la experiencia de las dos ediciones que ha corrido. ¿Qué aprendió en ellas que aplicará en esta?
Lo primero es que cien kilómetros en el desierto son cien kilómetros. Puedes tener un gas de la leche en el kilómetro diez, pero tienes que pensar que quedan noventa por delante, que el desfallecimiento en el desierto llega mucho antes que en carretera, que la temperatura es muy jodida, que tienes que beber, que tienes que comer... No puedes olvidarte.
¿Cómo es la alimentación?
A veces, avituallarte con tanto calor es hasta desagradable porque, en muchas ocasiones, no eres capaz de masticar la comida sólida y tienes que meterla con agua que muchas veces está hirviendo. Es como tomar un caldo y a veces es asqueroso.
¿Qué cree que es lo más importante para dominar la Titan y que la Titan no te domine a ti?
Saber dónde estás en cada momento y no tener perspectivas por encima de tus posibilidades. Por fortuna, si algo te da la experiencia de haber sido ciclista durante tantos años, es saber cuál es la realidad del momento. Puedes salir muy bien, pero, si estás a cien kilómetros de la meta... En cualquier momento puede haber una avería, un pinchazo, hay un montón de piedras que te rajan la cubierta si las pisas, río seco, un mal desvío...
Imagino que uno de los aspectos más complejos del desierto es que siempre ves lo mismo.
Es la sensación de que estás sufriendo desde hace un montón de tiempo, pero que estás en el mismo sitio. El primer año, tuve que contratar a un masajista para que me tratara los brazos. Se me bloqueaban de tanta vibración. Llegó un momento en el que no era capaz ni de coger el tenedor. A nivel mental, es una carrera muy dura.
Siendo una carrera tan dura, ¿qué es lo que les seduce?
A mí me gusta. Es más, si fuera en un hotel, perdería toda la esencia. A mí lo de dormir en el suelo, comer todos juntos, el momento haima... Es lo más bonito que tiene la Titan Desert y, si pierdes eso, pierdes la esencia de la propia carrera. El que quiera lujos, que no vaya. Yo creo que a todo el mundo le vendría bien vivir una semana allí para darse cuenta de que no necesitamos tanto para ser felices. Es una cura de humildad y a mí me gusta así. Las penurias también forman parte de las historias de la vida.
¿Cómo lleva el hecho de convivir con ciclistas para los cuales es un ídolo?
Vas mentalizado. Ya sabes que el primer día habrá algo más de show, fotos y tal... Sabemos que forma parte de esto. Estamos en el Kosner-Saltoki Home, entre otras cosas, por esto.
¿Cómo se preparará?
Normal. Estoy cuidando algo más la alimentación.
¿El hecho de haber sido deportista toda la vida le activa más rápido en este sentido?
Te ayuda. Mi mujer me decía el otro día: ‘¿Por qué no te tomas una cerveza si te apetece?’. Yo pienso que el mero hecho de ponerme un reto, aunque sea amateur, hace que yo necesite acompañarlo con otras cosas, ya que eso provoca que todo sea más fácil de llevar y que el objetivo sea más fácil de cumplir.
Ya tiene bici: la nueva Trek Supercaliber. ¿Qué sensaciones le ha dado?
En casa tengo el modelo anterior y ya he estrenado el nuevo, que tiene un poco más de recorrido en lo que es la amortiguación de la parte de atrás. Es una pasada, mucho más ligera. Han mejorado mucho las prestaciones de la bicicleta, aunque ya era muy buena.
¿Qué busca en una bici?
Yo necesito una que, cuando la lleve bloqueada, sea casi rígida, y esta, da la sensación de que es rígida, pero puedes desbloquearla y hay momentos en los que puedes llevar la doble.
