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Cuando la primavera y el periodo vacacional se dan la mano, la naturaleza tarraconense recibe a los visitantes que la habían olvidado por la severidad del invierno. Esta semana, en lugar de presentar una única propuesta con que descubrir Tarragona, analizamos siete de ellas a fin de disfrutar de la Semana Santa.
Visitar el refugio secreto del General Prim
En las Muntanyes de Prades se encuentran unas grietas de 30 metros de profundidad, 300 de largo y 8 de ancho: son Els Avencs de La Febró. Este laberinto natural de gran belleza paisajística sirvió de escondite a contrabandistas y conspiradores e, incluso, al mismísimo General Prim allá por el año 1843. Si bien las cuevas fueron despojadas de su atractivo con la extracción de sus estalactitas y estalagmitas, la visita a las grietas imprime un recuerdo imborrable en quienes las visitan.
Adentrarse en el desierto del fangar
Uno de los iconos tarraconenses por antonomasia es el Faro del Fangar, cuyo entorno nos podría hacer creer que nos encontramos en mitad de un inhóspito desierto a merced de los bandidos. Esta estrella del mar se encuentra en el extremo de la Punta del Fangar, a la que llegamos caminando junto al mar. Quienes se interesen por el lugar descubrirán que éste no es el primer faro, sino que en el fondo del mediterráneo descansa el que para muchos fue la torre octogonal más bella, el Faro de Buda. En definitiva, se trata de un itinerario fácil, ahora bien, conviene abrigarse debidamente.
Descubrir el pueblo refugio de Pablo Picasso.
Debilitado por la escarlatina, el joven Picasso pasó el verano en una casa solariega de la Terra Alta propiedad de su amigo Manuel Pallarès. Lo primero que hicieron tan pronto llegaron a Horta de Sant Joan fue descansar, visitar el convento de San Salvador y coronar la montaña de Santa Bárbara. Los episodios que el joven artista vivió durante aquellos seis meses que se prolongó su estancia debieron marcarle, pues retrató en múltiples ocasiones la montaña de Santa Bàrbara. Hoy podemos recorrer los pasos del joven artista hasta la cima de esta icónica cima y, de paso, descubrir Horta de Sant Joan, uno de los pueblos más bonitos de Tarragona, al que volvió diez años después.
Perderse en la inmensidad de Els Ports.
El parque natural de Els Ports es un macizo de roca calcaría, abrupto y escarpado con un sinfín de encantos naturales que, sumado a las poblaciones que hacen las veces de puerta de entrada, hacen de su territorio un destino de ensueño para los amantes de la naturaleza. Las Gúbies de la Vallfiguera, una garganta de paredes verticales excavada por la incansable acción del agua, reúne muchos de los elementos característicos del macizo, regalándonos un recorrido senderista tan exigente como bello. Además, nos permitirá descubrir la antigua casería del Toscar y las ruinas del castillo de Carles, de origen sarraceno.
Recorrer los caminos de ronda
Existe una red de caminos que nos descubre la belleza del literal tarraconense. El Sendero del Mediterráneo, Camí de Ronda o Gran Recorrido (GR) 92 discurre por playas paradisíacas de difícil acceso. Son muchos los tramos que podemos completar, pero es el de Salou uno de los más populares. En él encontraremos a Jaume I, las calas en las que antaño desembarcaban los corsarios berberiscos o el faro de la localidad, cuyo paseo nos regala bonitos miradores del mediterráneo. Quienes busquen un reto mayor lo encontrarán en el camino de ronda que une L’Ametlla de Mar y L’Ampolla, un trazado igual o más destacable que nos invita a conocer la historia de la guerra submarina.
El bosque legendario de Poblet
De acuerdo con el historiador Eufemià Fort i Cogul, Poblet fue el gran monasterio de todos los tiempos, así como panteón real de la Corona de Aragón. El templo y el bosque fueron restaurados en el siglo XX y constituyen uno de los principales puntos de interés de la comarca de la Conca de Barberà. Entre los itinerarios que pueden hacerse, destaca el micológico, hoy conocido como Bosc Pintat de Poblet. Discurre entre pinos, robles y encinas proponiéndonos unir las piezas del rompecabezas que hay pintadas en sus árboles. Si nos situamos en el lugar adecuado, veremos como dicha pintura forma alguna de las más de setecientas variedades micológicas. Es una de las propuestas más populares del interior de la provincia.
Penetrar en la sierra santa
En pocos lugares se experimentan las emociones que la Serra del Montsant despierta en sus visitantes, algo que sólo saben quienes logran salvar su perímetro amuralladlo. El Clot del Cirer, el Toll de l’Ou o el Balcó del Priorat son algunos de sus rincones más característicos. Eso sí, para alcanzarlos habrán de superarse las dificultades técnicas propias del grau o paso que escojamos en la ascensión.
