Jose sonríe, «estoy muy contento», reconoce. Lo hace vestido con su uniforme de cocinero en el que, desde hace pocos días, es su nuevo lugar de trabajo: el bar Las Vegas de la Part Alta. Su alegría está más que justificada, y no sólo porque ha encontrado trabajo, sino porque este empleo significa para él quitarse la etiqueta de ‘sintecho’; es superar, por fin, el año y medio que estuvo viviendo en la calle.
Jose es la primera persona que participa en el programa ‘Pack empenta’ que puso en marcha la ONG Homeless Entrepreneur con el apoyo económico y la complicidad del Rotary Club Tarraco August. El programa consiste en ofrecer a una persona sin hogar tres meses de alojamiento en una habitación individual en una pensión, útiles de higiene, cortes de pelo y la ropa necesaria, incluido el pijama, la pieza que simboliza no dormir en la calle.
‘Entre todos me levantaron’
En los últimos meses, incluso viviendo en la calle, trabajaba cada día como voluntario cocinando en el Menjador Social de Bonavista. Es lo único que le dio pena de encontrar trabajo, tener que despedirse del comedor, donde encontró las primeras manos amigas. «Entre todos me levantaron», cuenta. Ahora ya no puede ayudar, pero cuando sale de trabajar se va a «darles una vuelta».
Bendita coincidencia
Pero el proyecto no habría estado completo si no fuera por la otra parte: Gregori Quílez, el dueño del bar donde hoy trabaja, que necesitaba un cocinero y, casualmente, se enteró de la historia de Jose a través de un reportaje del Diari. Enseguida buscó el contacto, le llamó, le hizo una prueba y le contrató a media jornada. Dice que apenas tenga una oportunidad, le ampliará el contrato.
Eso sí, aclara que no le contrató por sus circunstancias personales, «no podría permitírmelo», sino por su buen hacer. Además, la edad de Jose, que está en la cincuentena, en lugar de ser un impedimento, esta vez jugó a su favor. «Quería una persona grande. El de la hostelería es un trabajo duro y he tenido muchos jóvenes que no aguantan. Además, a alguien como Jose no tienes que decirle lo que tiene que hacer», relata.
Juan Carlos Viniegra, también voluntario de la ONG, explica que la idea es que hacia final de año y habiendo aprendido de esta experiencia piloto, se pueda realizar otro ‘Pack empenta’ con otra persona sin hogar. La intención, como en otros programas que desarrolla la entidad, es hacer un plan adaptado a las necesidades particulares de cada persona.
Jose, que no es de mucho hablar, sí que cuenta ilusionado que ya sabe lo que hará con parte de su primer salario. Se lo reserva para pagarse el autobús para ir a ver a su hija en Alicante, todo un triunfo. Había perdido el contacto con ella durante 14 años y lo restableció hace unos meses, cuando comenzó su proceso de recuperación.