Habla con la voz pausada de las personas con convicciones firmes. Mónica Pérez-Temprano tiene 35 años. Nació en Valladolid, se licenció en Química y, tras hacer el doctorado, fue una de los miles de jóvenes que para prosperar en la investigación tuvo que irse fuera. Estuvo cuatro años en la Universidad de Míchigan. Incluso llegó a dar clases en el departamento de Química Orgánica, hasta que en 2015 se incorporó como group leader al Institut Català d’Investigacions Químiques (ICIQ), en Tarragona.
Mujer, científica y joven son algunos de los roles que salen a colación durante una conversación con una investigadora que acaba de ser reconocida como uno de los doce talentos mundiales en investigación química, según la revista Chemical & Enginerring News.
El premio lo concede cada año la publicación, que forma parte de una de las asociaciones científicas más grandes del mundo. Pérez-Temprano ha sido una de las doce seleccionadas entre más de 350 nominados, siendo la primera científica española en obtener el reconocimiento. Éste distingue a jóvenes talentos que buscan soluciones a aquellos desafíos «más problemáticos» dentro del campo de la investigación química.
«Queremos contribuir a mejorar algunos de los problemas, como el calentamiento global»En el caso de la doctora Pérez-Temprano, su ámbito de investigación consiste en entender cómo funcionan las reacciones químicas. «Si sabemos cómo se produce cualquier transformación, podemos diseñar otras de nuevas», explica. El objetivo es llegar a procedimientos más eficientes, ahorrando tiempo, dinero o recursos humanos.
Sacar lo mejor de cada uno
Pérez-Temprano hace dos años y medio que es la jefa del grupo de cuatro personas en el ICIQ que se encarga de esta investigación. «Queremos contribuir a mejorar algunos de los problemas, como el calentamiento global», describe. Como líder tiene poco tiempo para estar en el laboratorio. La burocracia y la búsqueda de fondos para seguir adelante con el trabajo le absorben el día a día. «Aprendes a tener recursos y a buscarte las vueltas para hacer lo que puedas con lo que tienes». Pese a ello, el contacto que mantiene con su equipo es muy estrecho. «Más que jefa, me gusta pensar que soy una mentora que trabaja codo con codo con los estudiantes», argumenta. Pone en valor que estos se sumaron al proyecto y confiaron en la investigación cuando regresó de Estados Unidos y era una «desconocida». Para ello, considera que una de sus misiones es «darles las herramientas para triunfar en la vida». Y es que, según reconoce, «tengo vocación docente». Este carácter lo adquirió en Míchigan donde su tutora, Melanie Sanford, tiene buena parte de la «culpa» de la carrera que se está marcando esta joven científica. «Cambié mucho en Estados Unidos. Allí me enseñaron a sacar lo mejor que tenía y a darte el empujoncito para sacarte de la zona de confort», confiesa.
«Gracias al Severo Ochoa estoy aquí ya que parte del dinero se destinó a apoyar al grupo»Para esta investigadora, volver a España fue como emanciparse después del tiempo en el que había formado parte de uno de los mejores grupos especializados en química organometálica.
Su vuelta fue a través del Starting Career Programme del instituto. «Gracias al Severo Ochoa estoy aquí ya que parte del dinero se destinó a apoyar al grupo», afirma. La semana pasada se hizo público que el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades había comunicado al centro tarraconense que no le ha renovado esta acreditación.
Más allá de gestionar su propio equipo, Pérez-Temprano afirma que sintió la necesidad de volver. «No quería ser un cerebro fugado, quejándome de la situación sin haberlo intentado», explica. Así que a los 32 años procedió al retorno de un viaje que había empezado a los 29. «Es muy importante que podemos volver. El prestigio de la ciencia española es sorprendente. Hay gente brillante y es una lástima que se pierda este conocimiento por el camino», afirma. Por ello, se considera una «privilegiada» con su situación y ahora siente que «quiero devolver un poco lo que me han dado».
Gente brillante con ideas
Lamenta que la ciencia se merece una «cuota de foco» para la sociedad. «Debemos poder enseñar que estamos haciendo algo útil», defiende una investigadora que considera que «invertir en ciencia y en educación es fundamental para la sociedad». «Sin recursos sólo somos gente brillante con ideas», argumenta.
«El desafío que las mujeres afrontamos en cierta época de la carrera no es nada fácil. Muchas investigadoras deciden no irse o quizás irse a un sitio no que es el mejor en su especializad, pero que es más próximo»El proyecto que Mónica Pérez-Temprano y su equipo está desarrollando tiene garantizados los fondos hasta 2020 y a partir de ahí la incertidumbre de tener que empezar de nuevo, o no, y si es el caso a ver si tendrá que preparar otra mudanza. «El desafío que las mujeres afrontamos en cierta época de la carrera no es nada fácil. Muchas investigadoras deciden no irse o quizás irse a un sitio no que es el mejor en su especializad, pero que es más próximo», afirma. E insiste: «Te autoimpones, porque crees que la vida no te va a esperar». Para esta científica, el premio que recogió en Boston es «un reconocimiento colectivo a una vida muy sacrificada con sueldos que no son fantásticos». «Debemos dar visibilidad a la ciencia», concluye.