«Hola, estoy buscando una habitación en Cambrils (solo mujeres) a cambio de hacer las tareas del hogar. Soy limpia, educada y ordenada. Estoy en una situación algo mala y hasta que no encuentre trabajo no puedo pagar el alquiler. De ahí que a cambio hago la limpieza del hogar. Gracias».
Esta propuesta del pasado 26 de junio es una de las muchas que durante estos meses se pueden encontrar en las principales plataformas de anuncios en Internet. Se trata de personas interesadas en alquilar una habitación que, dada una situación económica complicada, no pueden pagar con dinero. Por ello, ofrecen servicios a cambio de un techo en el que cobijarse. Un fenómeno que, según los expertos en la materia, existe desde hace años, pero cuyos casos afloran en mayor medida en épocas de crisis. La económica derivada de la pandemia, los precios del alquiler por las nubes y una inflación que mostrará sus graves consecuencias pasado el verano son los tres principales factores que provocan el surgimiento de estos ejemplos de emergencia habitacional.
«Hola busco habitación a partir del 29 de junio a cambio de compañía o tareas domésticas. Preferiblemente persona mayor que me requiera o ayudar con críos pequeños. Soy mujer, tengo 44 años. Algunas mañanas las tendré ocupadas, pero dispongo de tardes y el fin de semana. Zona Reus o poblaciones cercanas. O una habitación individual asequible gastos incluidos. No puedo pagar la fianza». Es otro ejemplo.
Y no solo son los afectados por esta situación económica quienes lanzan estas propuestas, sino que también hay propietarios que, en vistas de la problemática, ya ofrecen la habitación gratis a cambio de que le limpien la casa. Como se puede ver en este anuncio: «Si eres chica y buscas habitación en Calafell, tengo una habitación. Totalmente gratis. A cambio de mantener la casa limpia y planchar algo de ropa. Los únicos gastos son los de la luz, el agua y el gas».
Y aunque en la demarcación de Tarragona quizás no llega a ser tan común –no se han encontrado este tipo de anuncios– en otras provincias como Barcelona o en comunidades como el País Vasco, hay casos en que estos trueques van más allá y los particulares se aprovechan de mujeres en situación de vulnerabilidad para ofrecerles una habitación gratis a cambio de sexo. En los anuncios no son tan directos, pero hablan de que la habitación es «solo para mujeres» y a cambio de «compañía» o de «compartir noche».
En esta línea, de bien seguro que aquellas personas o familias que ofrecen sus servicios de limpieza u otros por no poder pagar el alquiler se encuentran a menudo con proposiciones indecentes. Como el ejemplo de un matrimonio de 55 y 50 años de Tarragona que buscan poder vivir en una masía a cambio de vigilarla o de hacer recados, y que se han visto obligados a remarcar lo siguiente en el anuncio: «Lean bien lo siguiente. No es para sexo. Repito, no es para sexo. No nos interesa, solo es para hacer compañía a personas solas que busquen compañía y que les alegremos la vida con nuestra convivencia».
Este tipo de contratos pagando con servicios existen desde hace muchos años. Así lo explica Rosa Maria Garcia, miembro del Housing Research Group e investigadora de la Càtedra d’Habitatge de la Universitat Rovira i Virgili. «Cuando llegó la crisis de 2008 hubo una gran número de ejecuciones hipotecarias y desahucios, y ofrecer servicios de limpieza a cambio de una habitación era la única alternativa a un mercado de alquiler al que no podían acceder», sostiene. La jurista, que ha estudiado los alquileres y otro tipo de prestaciones a cambio de estos, recuerda que tras esa crisis la demanda de alquiler aumentó mucho, y con ella los precios: «Una gran parte de la población vio imposible hacer frente a un alquiler normal».
Garcia señala que es complicado saber si están creciendo los casos o no porque, al tratarse de contratos en negro –no están amparados por la ley–, no hay datos oficiales. No obstante, comenta que «tenemos la hipótesis que en los últimos meses ha podido incrementar esta demanda a causa del paro y los ERTE, y de la crisis económica en general».
Sí es legal, recuerda, el alquiler de una habitación o de un piso o casa a cambio de obras. «En 2013, tras la crisis de 2008 en la que muchos trabajadores de la construcción quedaron en paro, se introdujo en la ley de arrendamientos urbanos la propuesta del profesor de la URV Sergio Nasarre de pagar un alquiler a cambio de hacer obras en el inmueble», asegura Garcia.
La experta apunta finalmente que el tipo de personas interesadas en este tipo de trueques de alquiler a cambio de tareas domésticas son aquellas personas que forman parte de los grupos poblacionales que están en riesgo de exclusión residencial: familias monoparentales, jóvenes, personas de la tercera edad y migrantes.
En otoño, más realquiler
Mar Fernández, responsable del Programa de Necessitats Bàsiques d’Habitatge de Càritas Diocesana en Tarragona, también conoce la situación de muchas personas vulnerables en cuestiones de vivienda. En este sentido, aunque asegura que no se han encontrado con casos de personas que buscan alquilar a cambio de servicios, «sí hemos detectado que muchas familias, incluso con hijos, viven de realquiler, es decir, que una persona arrendataria de un inmueble vuelve a alquilar de forma ilegal una de las habitaciones para ganar dinero».
Fernández asegura que estos casos se dispararon tras la Covid y disminuyeron el año pasado. Aún así, piensa que con la inflación actual esta problemática volverá a crecer en otoño. «Ahora hay más acceso al trabajo, pero después del verano pensamos que vendrá una situación muy compleja en este sentido», dice la responsable de Càritas.
Sobre el perfil de estas personas, Fernández explica que «son personas y familias sin permiso de residencia, que por lo tanto no pueden acceder a ayudas públicas, y que por lo tanto se ven abocadas a ir a un piso de realquiler o a ocupar». Además, se trata de situaciones extremas. «En muchas ocasiones son familias de cuatro o cinco miembros que viven en una habitación, pequeña y sin ventanas», concluye.