Paula Martínez tenía 35 años y estaba embarazada de cinco meses de su primer hijo cuando recibió un jarro de agua fría: aquel dolor en el pezón que no sabía identificar y que parecía un síntoma más de la gestación se debía en realidad a un cáncer de mama.
El diagnóstico no se demoró, pero el médico que la atendió no encontraba las palabras para suavizar el golpe. «Yo solo quería saber cuál era el próximo paso, qué tenía que hacer», recuerda. La enviaron de Santa Tecla a Joan XXIII porque de entrada suponían que habría que adelantar el parto y que el bebé nacería prematuro. Allí le practicaron una mastectomía (una cirugía para extraer todo el tejido de una mama) y la enviaron a la Vall d’Hebron, hospital de referencia para estos casos, donde funciona un programa específico desde el 2001.
Después de la operación, que realizaron con anestesia local y sedación, comenzó la quimioterapia. «La mayor parte de la gente no sabe que es posible recibir quimioterapia a partir del segundo trimestre del embarazo», explica.
Su bebé, el primer nieto de la familia, nació sano en la semana 40 por un parto vaginal. Hoy tiene dos años. Paula espera la reconstrucción de su pecho.
Durante todos estos momentos trascendentes Paula apenas se dio la oportunidad de sentir miedo: «Mi cabeza estaba bloqueada. No fue hasta un año más tarde cuando me di cuenta de la gravedad de lo que había pasado». En ese momento comenzó a buscar en redes sociales a otras mujeres que hubieran pasado por lo mismo. Las pocas que encontró eran de Estados Unidos. «Es que necesitaba saber que no era un bicho raro», rememora.
Y vaya si no lo era, lo descubrió durante un encuentro de familias organizado por la Vall d’Hebron para pacientes del programa. Allí comenzó a germinar la idea de montar una asociación que finalmente se presentó en junio de este año y a la que bautizaron como «MaMaMa». Paula es la presidenta.
En un primer momento se han juntado, con mucho esfuerzo, 16 madres «no es fácil, tenemos nuestras familias, nuestros trabajos, nuestros controles...». Las historias de algunas de ellas pueden leerse en la web de la entidad, como la de Gemma, que descubrió que estaba embarazada poco antes de que le diagnosticaran un cáncer de mama o la de Maribel, una de las impulsoras, quien tenía metástasis cuando se enteró. La intención ahora es acoger a mujeres de todo el Estado.
Extraño, pero no tanto
El cáncer de mama diagnosticado durante el embarazo es muy poco frecuente (1 de cada 3.000 a 10.000 gestaciones según la Sociedad Americana de Cáncer) aunque va en aumento por distintas causas, entre ellas el retraso en la edad a la que se tienen los hijos.
La asociación MaMaMa tiene tres objetivos básicos. El primero es el acompañamiento emocional de las mujeres y sus familias a partir de sus propias experiencias.
El segundo es dar visibilidad a sus casos, tanto a la sociedad en general como a los profesionales de la salud, «para que las mujeres puedan tomar decisiones informadas sobre sus embarazos y sus tratamientos oncológicos». Dice que «a veces parece que durante el embarazo puedes tener diabetes o preeclampsia», apunta.
Y el tercero es recaudar fondos para apoyar la investigación. Uno de los proyectos que esperan apoyar es «Mmaterna», del Vall d’Hebron Instituto de Oncología, que estudia el diagnostico precoz de cáncer de mama en el postparto a través de la leche materna.