La ciudad cuenta ya con 59 consellers (cinco más que el año pasado) para poner voz a las inquietudes y propuestas de los niños y jóvenes de la ciudad. Ayer por la tarde, una vez más, volvieron a demostrar que tienen claro dónde poner el foco si se quiere conseguir una ciudad mejor.
Aunque no se pudo celebrar en el salón de plenos del Ayuntamiento de Tarragona por los trabajos que se están haciendo en el recinto, ayer tenía lugar el primer pleno del Consell d’Infants i Adolescents de Tarragona del año. El lugar elegido fue el salón del Institut Municipal d’Eduació de Tarragona que se quedó pequeño para albergar a los consellers y sus familias.
El alcalde Pau Ricomà fue el encargado de dirigir la sesión y aprovechó para darles las gracias por aportar su visión. Además, junto con el concejal de educación, Manel Castaño, entregó a los nuevos consellers el correspondiente pin, tal como se hace con los consellers del pleno municipal.
Una de las peculiaridades de la composición del pleno, formado por alumnos de quinto y sexto de primaria, así como de la ESO, es que están representadas la práctica totalidad de las escuelas de la ciudad y, en consecuencia, los diferentes barrios.
Todos los miembros se han presentado voluntariamente para esta responsabilidad y han sido votados por sus compañeros de clase. Antes del proceso se realizaron distintas sesiones formativas en las escuelas. El conseller Nil Pàmies destacaba que «aprendimos a no juzgar a la gente por sus decisiones», mientras que la consellera Awa Ndiaye explicaba que «la idea más importante que sacamos es que nos lo podemos pasar bien mientras trabajamos para mejorar nuestra ciudad».
Ayer aprovecharon de rendir cuentas de su intensa actividad desde que comenzó el curso. Participaron, por ejemplo, en el séptimo encuentro estatal de consejos de este tipo en Cáceres donde no solo pudieron compartir experiencias con niños de otras partes del Estado y de Colombia.
También agradecieron haber podido participar en una de las sesiones del Pla d’Ordenació Urbanística Municipal (POUM). La experiencia, decían, les sirvió para constatar cómo ha cambiado la ciudad en los últimos años, pero también evidenciar, por ejemplo, las deficiencias de las comunicaciones entre Ponent y el Complex Eduatiu de Tarragona.
Pero tal vez el resumen más claro de sus inquietudes es el manifiesto que hicieron a propósito del Día mundial de los derechos del niño en el que mostraban la preocupación de su generación por la salud mental: «necesitamos un acceso universal a psiquiatras y psicólogos sin listas de espera. También creemos relevante una regulación de horarios y trabajo en casa por qué como niños y adolescentes tenemos derecho al juego, al ocio y al descanso». Recuerdan, además, que todavía hay escuelas en barracones y piden más becas comedor.
Y para el año que comienza se comprometen a seguir trabajando. Uno de los primeros cometidos será organizar y clasificar los deseos que escribieron los niños de la ciudad para el Arbre dels Desitjos con el fin de crear propuestas concretas.