Si el tiempo acompaña, a partir del próximo miércoles el chiringuito La Nova Estrella, en la playa de la Arrabassada, abrirá sus puertas. Su propietario, Gerard Ciurana, estudiaba detenidamente este fin de semana el contenido del Boletín Oficial del Estado (BOE) que regula la aplicación de la fase 1 del plan para la transición hacia una nueva normalidad. Un documento que se ha convertido en la hoja de ruta indispensable para todos aquellos sectores de actividad que a partir de hoy empezarán a ponerse en marcha.
Durante este largo periodo de confinamiento Ciurana no ha parado de darle vueltas a cómo podía reinventarse para adaptarse a la nueva situación. «Hemos tomado las medidas para poder abrir con la máxima seguridad», afirmaba. Dividirá la zona de terraza en dos partes, de forma que los clientes dispondrán de un servicio para llevar.
Para ello, se ha habilitado un espacio que funcionará de forma similar a un McAuto, con una zona para hacer el pedido, otra para pagar y, finalmente, para recoger la comida. «Estamos instalando un sistema con paneles de plástico, similar a pantallas de metacrilato, para separar los espacios», decía este empresario.
Asimismo, los clientes también podrán sentarse en la terraza, con mesas separadas de manera que puedan mantenerse las distancias de seguridad reglamentarias, para evitar el contagio. «Nuestra ilusión ahora mismo es ponernos en marcha y hacerlo de forma que los trabajadores y clientes estén protegidos», seguía explicando. La Nova Estrella no es un negocio de temporada. Dado que la playa de la Arrabassada está considerada como urbana, puede abrir durante todo el año. Tiene una plantilla de tres trabajadores, a los que tuvo que aplicarse un ERTE cuando el Gobierno decretó el estado de alarma, el pasado 16 de marzo.
Habitualmente en los fines de semana de verano este establecimiento puede llegar a montar entre 26 y 28 mesas. A partir de su reapertura esta cifra se reducirá considerablemente, ya que la normativa fija que las terrazas al aire libre deberán limitar al cincuenta por ciento la cifra de mesas permitidas. No obstante, el BOE añade: «En todo caso, deberá asegurarse que se mantiene la debida distancia física de al menos dos metros entre las mesas o, en su caso, agrupaciones de mesas».
Esta normativa también abre la puerta a que los Ayuntamientos puedan incrementar la superficie destinada a terraza al aire libre. Una opción que Ciurana no ha solicitado ya que en su caso no hay una zona de arena, que pueda habilitarse para ampliar la superficie del negocio. Esta es una opción que muchos chiringuitos están solicitando de cara a este verano. También se pide al Ayuntamiento que se haga una moratoria en el pago del cánon de concesión. En el caso de Tarragona, de momento la administración local, que es la titular de los locales, eximía su pago durante el periodo en el que el local se ha visto obligado a cerrar.
La playa de la Arrabassada tiene otros dos chiringuitos y la Savinosa uno. La concesión de los tres corresponde a la misma persona que ha decidido esperar unas semanas para tomar una decisión. De hecho, uno de los factores que puede condicionar su apertura es que, según indica el BOE, «se considerarán terrazas al aire libre todo espacio no cubierto o todo espacio que estando cubierto esté rodeado lateralmente por un máximo de dos paredes, muros o paramentos». Y, al ser estructuras más cerradas, podría considerarse que han quedado fuera de esta fase uno.
La situación actual ha dejado en el limbo a muchos negocios. El de los chiringuitos es un sector que afronta esta nueva etapa con muchos interrogantes y, en función de la zona, estos negocios pueden empezar a abrir o aún tendrán que esperar unas semanas. Esta situación ha hecho que por primera vez estos empresarios se hayan organizado y han constituido la Associació Xiringuitos de Catalunya.
Por el momento, se han sumado 140 asociados de los 190 negocios que se calcula que hay en la costa catalana. De estos, una sesentena están en la demarcación de Tarragona. Su presidente, Basel Junaidi Mardini, denuncia la situación de «vulnerabilidad» permanente de un sector que hace setenta años empezó su trayectoria. «¿Por qué en Andalucía se permite que se hagan barbacoas en los chiringuitos y aquí no?», se pregunta este restaurador.
El colectivo quiere actuar como interlocutor único delante de la administración. La Covid-19 genera muchos interrogantes en cuanto a las medidas que deberán adoptarse de cara a este verano. «Deberemos acordonar y que todo el mundo respete la circulación, de forma que puedan regularse las entradas y las salidas», argumenta. Una de las opciones que plantean es la posibilidad de ampliar la superficie de terraza ocupando el arena.
unque esto pasa por colocar parasoles o ampliar la plataforma de madera, para que los clientes puedan sentirse más a gusto. «Tampoco sabemos si esto supondrá que se incrementen los costes para los propietarios, por lo que muchos ya han decidido que este año no van a abrir», añadía. La asociación calcula que uno de cuatro chiringuitos no levantará la persiana durante este verano. Esto supondrá que la cifra de 1.500 trabajadores –que emplearon los establecimientos asociados durante el año pasado– se quede en aproximadamente en unos 300.
El colectivo solicita a los ayuntamientos que hagan una moratoria y no cobren el canon correspondiente durante este año o que «se reduzca». La cantidad, en función del municipio, puede oscilar entre los 25.000 y los 80.000 euros anuales. «Este año no venimos a ganar dinero si no a ofrecer un servicio, que el personal pueda trabajar, y que la gente puede desconectar después de todo lo que hemos pasado», añadía.
Los propietarios de estos establecimientos también son conscientes que las limitaciones de aforo no permitirán que puedan celebrarse eventos, como vermuts electrónicos, para dinamizar sus negocios. De hecho, en Tarragona ya no estaban permitidos. «Es una vergüenza que la llamada de dos vecinos, que tienen una carretera nacional que les pasa por delante de casa, tenga más fuerza que el disfrute de 300 personas, por lo que ahora mismo la situación es muy complicada ya que no se puede cocinar ni nada», lamenta el presidente de la Federació d’Hostaleria de Tarragona, Javier Escribano.