Un hombre que vivía en una casa aislada en Vespella de Gaià, altamente radicalizado y plenamente adherido a los postulados de Daesh, que tras la muerte del líder islámico Abu Ibrahim Al Hashimi Al Quraishi en febrero de 2022 realizó diversos alegatos a favor de esta organización terrorista, difundiendo material radical y violento contra Occidente. Un joven de 32 años de Móra d’Ebre que había mostrado su voluntad de irse a Siria a luchar y su intención de cometer una acción violenta en Catalunya.
Son los dos últimos arrestos ligados al terrorismo yihadista en Tarragona, ambas sucedidas en el reciente mes de junio. Pero la detección de estos individuos es un goteo continuo, que sitúa a Tarragona en el ‘top ten’ de las provincias de España con más operaciones y detenidos vinculados al terrorismo islamista.
Con Barcelona y Madrid, por población, en un nivel superior en términos absolutos, Tarragona se alinea con provincias costeras como Girona, Valencia, Alicante y Murcia. De hecho, es la octava demarcación con más detenidos y la séptima en operaciones realizadas en la última década.
Es lo que se extrae del último mapa del terrorismo yihadista publicado por la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior, con datos de las fuerzas de seguridad. En el último decenio, ha habido operaciones en diez municipios tarraconenses. Si se cruzan los datos con el censo, Tarragona es la quinta provincia con más operaciones por población y la séptima si se tienen en cuenta los detenidos por número de habitantes. Esas radicalizaciones forman parte del perfil actual sobre el que se pone la lupa. Así lo reconoce el general Miguel Ángel Ballesteros, director del Departamento de Seguridad Nacional, que en la presentación del Anuario del Terrorismo Yihadista, coloca ahí el potencial riesgo: «La principal amenaza proviene de individuos nacidos o criados en nuestro país que, tras introducirse en un proceso de radicalización, buscan hacer su yihad mediante atentados».
Y apunta otro frente abierto: «El posible retorno de personas desplazadas a zonas de conflicto para apoyar a los grupos terroristas constituye un riesgo significativo para España y toda Europa». Ballesteros agrega que «es necesario fortalecer la cooperación y colaboración en materia antiterrorista y judicial».
Las fuerzas policiales llevan años habituadas a perseguir y combatir este tipo de terrorismo. «Dentro del intenso nivel de actividad policial que se desarrolla actualmente en nuestro país para combatir al yihadismo se está dando cierta estabilidad, ya que el número de operaciones anuales realizadas durante los últimos siete años, y a excepción del ya comentado año 2017, gira alrededor de las 25», añade el informe de Interior.
Desde el punto de vista geográfico, Tarragona y, por extensión, Catalunya, sigue siendo un foco clave. En ese sentido, hay un desequilibrio, con una mayor abundancia de operaciones en el litoral. «El interior peninsular apenas ha registrado actividad antiterrorista más allá de las varias intervenciones policiales realizadas en Madrid. Esta distribución no supone una novedad respecto a años anteriores, ya que los principales focos siguen siendo las comunidades de Madrid y Catalunya», indica el informe.
La provincia ha aparecido en diversas ocasiones como punto caliente. Una de las últimas menciones fue a cargo del catedrático y profesor Fernando Reinares, uno de los mayores expertos en yihadismo en España. Sostiene que muchos de los jóvenes rebeldes han salido de Barcelona y su área metropolitana, de Madrid, Ceuta y Melilla pero también de provincias como Tarragona y Girona.
Descenso de la edad
El balance de Interior indica que «el descenso de la edad de los detenidos respecto a años anteriores es un hecho constatado en 2021». Así lo refleja el hecho que la franja de edad más representativa sea aquella que se encuentra entre los 18 y los 24 años, mientras que el año anterior esta se situaba entre los 32 y los 38. En esa línea, es difícil desligar los proceso de radicalización de las nuevas tecnologías. «Las personas más jóvenes asociadas a actividades de captación y radicalización tienen más presencia en el entorno online que aquellas de mayor edad, las cuales suelen presentar un cierto distanciamiento de las nuevas tecnologías a medida que avanzan en edad, identificándose en mayor medida con actividades llevadas a cabo en entornos físico».
A eso se añaden otros factores de la radicalización que pueden germinar más en aquellas provincias con un colectivo más numeroso de inmigración. En ese esquema, un punto clave puede ser el sentimiento de exclusión, como apuntan algunos expertos sobre la célula que planificó desde Alcanar los atentados en Cambrils y Barcelona del 17-A. Jordi Moreras, profesor de antropología en la URV, en su análisis de aquel grupo jovencísimo de personas, apunta: «No los tenemos que llamar yihadistas. Son unos chicos que han participado en una acción violenta y han sido víctimas de un proceso de radicalización exprés. Hay una contradicción de términos. A estos jóvenes los sedujeron de una manera en la que perdieron su identidad, los abdujeron, es como una secta».
Moussa Bourekba, investigador del CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) y coordinador del informe Atentado de Barcelona: Reacciones, explicaciones y debates pendientes, sugiere como punto de partida alimentar «una ideología en la que hay una diferenciación clara entre musulmanes y el resto de la sociedad», lo que arroja retos en clave no tanto de integración sino de atender al sentimiento de pertenencia. «Generar este tipo de emoción es una de las cosas más complicadas. Va más allá de la integración», diagnosticaba Moreras.
A pesar de la intensa actividad policial, Bourekba apunta que el riesgo persiste: «Siempre se puede reproducir un ataque de este tipo, estamos ante una amenaza bastante difícil de detectar. Hoy en día con un cuchillo o un coche es suficiente para poner la etiqueta de Estado Islámico o Al Qaeda. A pesar de todos los esfuerzos policiales, no hay nada que hoy nos haga inmunes».
Operaciones en TGN, Reus, Vespella o Móra d’Ebre
Una decena de municipios tarraconenses han vivido operaciones yihadistas –atentados de Cambrils aparte– en la última década. Aparecen las principales poblaciones, como Tarragona (2), Reus (2), Tortosa (1), Valls (1) o El Vendrell (1), pero también núcleos más pequeños como Ulldecona o Móra d’Ebre e incluso pueblos como Vespella de Gaià, donde tuvo lugar en junio una de las últimas actuaciones policiales. El detenido hacía cambios constantes de residencia, ocupando viviendas deshabitadas y aisladas, como la misma de Vespella, para evitar ser detectado. Ingresó en prisión.