Poco a poco todo parece indicar que Tarragona se quedará sin IKEA. Ayer, en el pleno municipal se dio una pista más, cuando el pleno acordó destinar una partida que, según los presupuestos, debía gastarse en cargas urbanísticas del plan parcial en el que debería construirse el espacio comercial para destinarla a ayudas a las colles castelleres, así como para subvenciones para poder pagar servicios básicos, como la electricidad o el agua, y el aumento del sueldo de los trabajadores municipales.
«No tenemos ninguna confirmación oficial, pero sí que hemos hablado con los antiguos responsables. IKEA ha cambiado su plan de expansión en todo el mundo, excepto en la India. Nosotros lo tenemos todo a punto y, de hecho, los propietarios ya se han reunido con tres empresas».
Así de claro se expresó ayer el alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros (PSC), para justificar la modificación presupuestaria. «Lo que hacemos es avanzarnos a los acontecimientos. Esos terrenos se urbanizarán y, de hecho, ya tenemos empresas designadas», indicó el máximo representante municipal.
Desde hace semanas se especula que, finalmente, la empresa nórdica líder del sector de mueble low cost podría frenar la inversión que tiene prevista realizar en Tarragona desde el año 2012. El cambio del modelo de negocio ha provocado que la firma haya reorientado su estrategia inversora, que en Catalunya también preveía una nueva apertura en Girona.
En Tarragona, la inversión prevista era de unos 40 millones de euros, además del pago de 15,7 millones de euros por los derechos comerciales del nueva plan parcial de la zona de Ponent, donde debe construirse un nuevo barrio para 4.000 habitantes.
Arga Sentís (ICV) criticó que la baja del presupuesto «demuestra que las previsiones no eran realistas, sino demasiado alegres»,