En el que es el penúltimo acto de la Semana Santa de Tarragona –esta se cerrará oficialmente esta noche de sábado con la Vetlla Pasqual–, centenares de personas han presenciado la Processó de la Soledat, cuando la Virgen, desconsolada por la muerte de su hijo apenas 24 horas antes, llora la trágica pérdida con serenidad pero, a la vez, también con desconsuelo.
Cuando pasaban dos minutos de las seis de la tarde, el sonido de los tambores y los timbales anunciaba la salida del paso. En la plaza Del Rei, una cofrade de la Congregació de la Mare de Déu de la Soledat intentaba que el público dejase el suficiente espacio para que los integrantes de la procesión pudieran pasar: «Más hacia atrás, que el paso no pasa al girar», decía.
Mientras, en la calle perpendicular, las aspirantes ya estaban también preparadas para encabezar la procesión. «Mira que monas», decía una mujer que presenciaba el acto. De fondo quedaba la Torre de Pilatos, el prefecto que los evangelios canónicos lo presentan como responsable ejecutivo del suplicio y crucifixión de Jesús de Nazaret. Ya salía el paso de la Virgen, rodeada de un manto blanco de flores.
Después de pasar por la estrecha calle De la Nau, la procesión encaró la calle Major en dirección a la Catedral. Las escaleras del Pla de la Seu estaban llenas de público sentado esperando el paso de la Virgen.
Pero el momento único es cuando el paso entra por una de las dos puertas principales de la Catedral Basílica. Eran las 18.33 horas cuando, móviles en alto, los asistentes –muchos de ellos turistas, tanto nacionales como extranjeros– intentaban inmortalizar este momento con una foto o un vídeo. Ya dentro, con el repique de los timbales y el sonido de la caja china el paso continuaba hacia el altar mayor.
Una vez finalizado el besamanos, la Virgen vuelve a la iglesia de Natzaret con paso lento a través de la Baixada de Misericòrdia.